Capítulo 77.

17 4 0
                                    

Abelard abre la puerta de su habitación y se hace a un lado invitándome a entrar, eso hago

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Abelard abre la puerta de su habitación y se hace a un lado invitándome a entrar, eso hago.

Escucho la puerta cerrarse detrás de mí pero estoy analizando cada rincón de su habitación, buscando algo que pueda serme de ayuda en caso de que las cosas se compliquen, pero no hay nada. Su habitación es sencilla, parecida a la de Derek y yo... Giro para encararlo y lo encuentro observándome un tanto asustado con los brazos cruzados delante de su pecho. Entiendo cómo se siente que tu mayor secreto sea descubierto, lo entiendo tanto que me regaño por empezar a sentir compasión por él cuando no quiero.

—¿Dónde está Eva? —carraspeo y me cruzo de brazos al igual que él, observando de reojo la habitación, como si de la nada Eva fuera a salir de una de las paredes.

—Dormimos en habitaciones separadas. —contesta, luego suelta un suspiro largo y descruza los brazos, mostrándose como realmente se encuentra: Asustado y cansado. —Avery, ¿Qué es lo que quieres para que no digas nada de lo que escuchaste?

—Y también de lo que vi. —ante esto, sus ojos se entornan y se clavan fijamente en mí. —No estoy buscando amenazarte, tampoco conseguir algo a cambio que tú no quieras.

—¿Entonces qué quieres, Avery? —pregunta, avanzando solo un paso de los muchos que nos separan.

—Ayudarte. —respondo en tono firme, mi corazón se está acelerando pero no le permito tomar el control ahora de la situación. Se lo dejo a mi cabeza, la cual piensa de manera fría y calculadora justo ahora. —Ayudarnos, en realidad.

Abelard niega con la cabeza, sin entender realmente a qué me refiero. No lo juzgo, pues ni yo misma sé muy bien cómo llegar al punto de todo esto.

—No lo comprendo. ¿Por qué querrías ayudarme? —guarda silencio, tensa los labios y luego me observa. —Sé que sabes todo, sé que estás al tanto de que lo del secuestro fue obra de Derek y que yo le ayudé, que fui un peón en su plan para traerte hasta acá.

—Claro que lo sé. ¿Cómo no iba a darme cuenta? La noche del secuestro, tenían las mismas máscaras que representan el reino de Derek.

—¿Y por qué nunca dijiste nada? ¿Por qué has llegado hasta aquí? —avanza otro paso. —Te veo, Avery. Sé que no perteneces a este mundo, porque no eres como nosotros. —su tono se vuelve más oscuro y ronco al final.

—Porque le tengo miedo a Derek, además, ¿Hay algo que pueda hacer contra la decisión que el jefe de la mafia tomó? —respiro hondo, esperando que conteste.

—Me temo que no. —dice finalmente.

—Es lo que te pasa con lo de tu boda, ¿Cierto? No quieres estar con Eva pero debes, porque así el jefe lo pide, porque así lo quiere. Y aquí no hay nadie que se atreva a desafiarlo. ¿Eso no te cansa, Abelard? Vivir en una corrupción en la que todos callan por miedo. Porque no creo que estén realmente de acuerdo con lo que hace. —me lamo los labios y encojo los dedos de mis manos con aprehensión, lista para decir lo demás. —Al igual que tú, yo también te observo, Abelard. Y sé que no estás a favor de nada de esto. Tú no quieres esto, porque igual que yo, no eres como ellos.

Con todo y defectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora