Capítulo 76.

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Los días han transcurrido entre encuentros furtivos y cortos con Darley en los pasillos o en otros lugares relacionados con eventos, nuestras bodas parecen ser más que todo marketing, un evento cada día en nuestra mansión, una fiesta, un cóctel

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Los días han transcurrido entre encuentros furtivos y cortos con Darley en los pasillos o en otros lugares relacionados con eventos, nuestras bodas parecen ser más que todo marketing, un evento cada día en nuestra mansión, una fiesta, un cóctel... Seguido de besos vacíos en mi habitación, manos que intento sacar de mi cuerpo y palabras falsas de deseo y amor. Cada día me pierdo más, y esos días ya se han convertido en un mes entero, un mes viviendo con Derek y siendo participe de los dragones azules; logramos lo que buscábamos, pero ahora, a tan solo dos días de la boda, no sé para qué ha sido todo si siento que nada ha funcionado para dañar el negocio, por el contrario, siento que ahora está despegando más que nunca. Todas las noches, sentada en el regazo de Derek mientras él fuma un porro y revisa las cuentas, veo cómo los números aumentan de cifras, eso me provoca náuseas y miedo, aunque no sé qué tanto el segundo sentimiento, he vuelto a ser un robot que vaga y obedece.

Tomo aire sentada en el auto, voy con las tres personas que no se me han despegado de al lado: Fabiana, Susana y Eva. En un mes la tercera ha cambiado totalmente, gasta dinero en las cosas más estúpidas e innecesarias del mundo, aprovechándose de que Abelard apenas tiene fuerzas para seguir manejando el negocio; para él, esto también es difícil y cada día se ha encargado de quitarle más la vida. Ahora luce como un muerto viviente, nada diferente a mí, solo que yo lo escondo con capas de maquillaje y ropa cara.

—¡No lo puedo creer! Hoy es la última prueba de vestidos, ya falta absolutamente nada para la boda. —suspira Fabiana.

—Hablando de la boda, debo informales que la recepción está lista, también el evento, sería bueno que la señorita Avery le eche un ojo a la organización, no se ha fijado en nada de eso. —me lanza una aguja fina y disimulada Susana.

Me extiende la libreta en donde se ha encargado de anotar todo y dejo de observar a través de la ventana, tomo la libreta, la abro y finjo estar ojeando todo cuando no es así. Solo veo cosas estúpidas que no me interesan en lo absoluto, colores de flores, mesas, sillas... La gran entrada de las novias y la ceremonia. Odio esta maldita libreta y lo que hay dentro.

Cierro con fuerza las páginas y me calmo antes de levantar la cabeza y sonreírle.

—Estoy de acuerdo con todo. Pero no me gusta la canción, cámbiala. —hago una sugerencia que ni siquiera sé que tan válida sea o no.

—¿Verdad? Lo mismo le dijimos Eva y yo. —Fabiana se cruza de piernas y me mira.

—Como quiera, señorita. —cede Susana y guarda la libreta.

Mi corazón siente un vacío terrible y ahogador cuando el auto estaciona frente a la tienda de vestidos de novia; escucho vagamente a Fabiana chillar y a Eva decir que espera que su vestido la satisfaga mientras abren la puerta y bajan, Susana también sale y despabilo, bajo del auto y cierro la puerta. Nuestros guardaespaldas no nos han acompañado hoy por orden del gran jefe, quería asegurarse de que nos tomáramos el tiempo necesario para la mierda de los vestidos.

Con todo y defectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora