Capítulo 3.

137 15 11
                                    

Vamos en el auto del rubio, el cual tiene el olor de su colonia impregnado, por la radio se reproduce una canción calmada, con un ritmo lento y sensual que me mantiene serena mientras vamos al club, nuestro agradable vecino va conduciendo y en el ...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Vamos en el auto del rubio, el cual tiene el olor de su colonia impregnado, por la radio se reproduce una canción calmada, con un ritmo lento y sensual que me mantiene serena mientras vamos al club, nuestro agradable vecino va conduciendo y en el asiento de copiloto está su amigo, el tipo que vi mientras cargaban el sofá.

El rubio comienza a tararear la canción mientras que sus dedos golpean suavemente el volante siguiendo el ritmo. Estoy sentada cerca de la puerta izquierda, a mi lado va Fray y al otro Tommy, quien lleva sobre sus piernas a una muy cabreada Darley. ¿Qué puedo decir? Somos muchos.

Por el retrovisor puedo ver los ojos del supuesto Derek fijos en mí, reflejan algo de alegría, pero no de la buena, es una que me incomoda y me atrevo a decir que hasta me asusta, me remuevo un poco en mi asiento, lo cual parece casi imposible ya que voy aplastada por Fray.

Dejo de mirar el retrovisor y fijo la vista en la ventana, las estrellas están saliendo, adornando con pequeñas luces el cielo negro, algunos póster de luz iluminan la carretera y una que otra persona está estacionada en la calle con la música a alto volumen mientras bebe una cerveza. Cruzamos a la derecha en una esquina donde se comienza a escuchar la música de manera muy escandalosa, comenzamos a entrar en un portón negro muy elegante, hay un vigilante parado en la esquina que recibe las entradas. El auto se detiene y nuestro anfitrión baja el vidrio de la ventana y le extiende las entradas al hombre, quien las ojea y luego asiente con la cabeza.

Nos dan acceso y observando el caos alrededor vamos entrando, puedo ver algunas personas que claramente ya están más que ebrias, bailan sin coordinación, solos y hasta se caen en el pavimento.

Algunas luces salen del club, el cual es negro por fuera adornado de un piso de mármol, el rubio baja del auto acompañado del pelinegro y comienzan a caminar hacia el club, hacemos lo mismo y a penas bajo llevo una mano a mi antebrazo derecho cuando el frío me golpea con brusquedad.

Fray camina unos pasos más adelante que yo y lo sigo con la mirada, este chico me da... Buena vibra, no lo sé, todo lo contrario al rubio.

A penas nos adentramos al club el calor me invade, el lugar es maravilloso, todo adentro es negro haciendo resaltar a las luces LED de color morado y rojo, la música es electrizante, en el piso de arriba hay jaulas y adentro se encuentran asientos de cuero gris donde hombres y mujeres están bebiendo, aquí abajo hay una barra larga, las meseras y meseros llevan poca ropa sirviendo tragos de aquí a allá, todo es tan lujoso.

Caigo en cuenta de que estaba tan hipnotizada con esto que sin darme cuenta he perdido a los chicos. Miro a los lados tratando de ubicarlos pero no los encuentro.

Unos brazos me toman de la cintura y pego un bote.

—¿Te perdiste? —reconozco la voz del rubio mientras acaricia con sus labios mi oreja.

No me atrevo a voltear. Me jala de la cintura y comienzo a caminar a su lado entre el montón de gente, veo un lugar que está cerrado con una linda cortina negra brillante, y detrás de ésta sale como un tobogán una gran tela negra que lleva al piso de arriba, abajo cuidando del lugar se encuentra un hombre alto y moreno con los brazos cruzados sobre su pecho.

Con todo y defectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora