Capítulo 54.

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Avanzo hasta acorralarlo contra la nevera, mi cuello duele por lo tensa de la posición en la que mantengo mi cabeza para observarlo, pero es lo menos importante ahora, lo único que quiero es escuchar de sus labios la verdad, sin importar lo mucho ...

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Avanzo hasta acorralarlo contra la nevera, mi cuello duele por lo tensa de la posición en la que mantengo mi cabeza para observarlo, pero es lo menos importante ahora, lo único que quiero es escuchar de sus labios la verdad, sin importar lo mucho que duela.

Puedo verme reflejada en sus ojos, y lo que veo no me gusta nada.

—No lo hice, me lastimé practicando con el saco de boxeo. —miente mirándome a los ojos, sin flaquear y sin dudar, reflejando toda la convicción posible en sus palabras.

Y me duele que sea capaz de mentirme a mí en la cara.

Me toma por los hombros con suavidad y doy un respingo cuando su tacto me reconforta, solo quiero olvidar lo sucedido y abrazarlo, pero no puede ser así.

Ahora reconozco lo que comienzo a sentir: Rabia. Mucha, mucha rabia.

Camina adelante haciendo que retroceda, gira un segundo para apagar la cocina y vuelve a mirarme.

—Estás mintiendo, Fray. Me estás mintiendo a mí. —respiro hondo varias veces, diciéndome que no voy a caer.

—No miento, te digo que me lastimé con el saco de...

—¡No! Sabes que no fue así. —quito sus manos de mis hombros, mi rostro se contrae con la punzada de dolor que recorre mi corazón.

No parece ser suficiente lo que me ha pasado, ahora también está esto, la persona a la que quiero con todas mis fuerzas me miente en la cara.

—¿Por qué mientes, Fray?

—¿Por qué no me crees? —debate.

Mi estómago se revuelve, y por un pequeño segundo me planteo la posibilidad de que tenga razón y solo haya sido una coincidencia.

—¿Es muy raro que le hayan hecho lo mismo que a mí, no? Dejarlo atado de manos tirado en el piso, arrojado de un auto. —entorno los ojos. —Es tu última oportunidad de decirme la verdad, Fray, si no...

Se da la vuelta quedando de espaldas a mí, pasa la mano por su cabello con desesperación y luego vuelve a girar para encararme, trago grueso viendo el cambio en su rostro, mi cuerpo comienza a temblar por todo lo que me embarga.

—Si lo hice, Avery. ¿Tanto te importa que esté hecho una mierda? —responde, su tono de voz suena contenido.

Gruño como una puta loca y me tiro del cabello, las lágrimas queman en mis ojos.

—Espero que realmente no hayas dicho eso. —digo y niego repetidas veces con la cabeza. —¡Eres un mentiroso!

—No lo soy, solo quería protegerte, solo quería hacerlo pagar por lo que te dijo. ¡Eres lo más importante para mí, carajo! Necesitaba defenderte, cobrarle de alguna manera que se haya comportado como un verdadero hijo de puta. —extiende las palmas queriendo hacer notar su punto, la desesperación es notoria en las palabras que ha soltado.

Con todo y defectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora