Capítulo 66.

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Fray Mclaguen

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Fray Mclaguen.

Cinco días han pasado desde que ella se fue de casa. Cinco días que se me han hecho un maldito infierno sin ella a mi lado. Porque extraño absolutamente todo de Avery. Incluso pronunciar su nombre mientras veo cómo sus ojos avellana brillan en el proceso.

No es costumbre lo que me ata a ella, y de eso me di cuenta, fue lo que más me asustó durante estos días sin salir de mi vivienda. Lo que me ata por completo a Avery Morgan, es lo mucho que la amo.

Estoy tan enamorado y tengo tantas ganas de volcar todo este amor en ella, que saber que no puedo me mata.

Amar duele, no hacerlo también, ¿Qué es lo mejor entonces? Sería maravilloso poder apagar nuestros sentimientos y no sentir nada; pero eso le quitaría lo divertido a la vida.

—Señor, voy de salida, ¿Desea que haga algo por usted antes de irme? —Troy se detiene bajo el umbral de mi oficina, con las manos cruzadas frente a su cuerpo y el traje profesional que siempre lleva, incluso cuando hace mucho le dije que no era necesario.

—No, Troy, gracias, pero no necesito nada.

—¿Seguro? —insiste, y puedo ver la inseguridad brillar en sus ojos.

Me ha visto estos días arrastrarme por los pasillos sin energías, y una noche en la que me encontró llorando en el mismo lugar en donde Avery y yo habíamos decidido terminar con lo que teníamos, me dijo lo mucho que yo le preocupaba, pues nunca me había visto así ni al regresar de las peores misiones.

—Estoy seguro, Troy. Ya vete y disfruta de tu día libre, saludos a tu hija. —le hago un gesto despreocupado con la mano, esperando que se retire pronto.

Troy asiente con la cabeza y antes de salir me informa:

—El equipo de seguridad de la mansión está listo, si quiere algo puede recurrir a ellos. Ahora sí, me retiro, que pase buen día.

Da la vuelta y desaparece.

Las cortinas de mi oficina se mesen gracias al viento que las golpea, una fina ráfaga de viento golpea mi costado derecho y me pone la piel de gallina, me paso la mano por el cabello desordenado y trato de despertarme, de deshacerme de esta sensación sofocante de negatividad y falta de energía. Necesito estar bien. Por ella y por mí.

¿Por qué por ella? Porque no pienso dejarla sola, se lo prometí, le dije que incluso aunque no me viera o sintiera, yo siempre estaría ahí cuando supiera que lo necesitaba.

Sé que ayer se reunió con Derek, y obligué a Henry a seguirla hasta el restaurante, a que esperara afuera y que se asegurara de que todo fuera bien, aun cuando él me dijo que ella era capaz de cuidarse por sí sola; y aunque lo sé, no puedo dejarla así como así. Me aferro a la esperanza de poder protegerla cuando comprendo bien que no es así.

Desde que se fue, no he ido a mi estudio de arte, no cuando sé que todo lo que hay ahí me recordará a ella. Es increíble, porque aunque trato de buscar algo de mí que ella no haya tocado, no puedo encontrar nada, en cierto momento, me entregué a Avery por completo, y no puedo decir que me arrepiento.

Con todo y defectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora