En el vestíbulo nos esperan pacientemente Abelard y Patrick, ambos llevan un estilo fresco y libre, ganan la atención de más de una mirada que suspira a escondida por ellos. Derek les pasa de largo sin decir palabra alguna, sobre mi hombro observo como caminan detrás de nosotros, Patrick va perdido en su celular mientras que Abelard tiene los ojos clavados en mí.
Observo de nuevo al frente, el chico que nos recibió se baja del auto de Derek y le lanza las llaves, él las toma y sin más rodea el auto para subir, hago lo mismo tomando asiento atrás, no tengo una pizca de ganas de compartir más espacio del que debo con él.
Patrick toma asiento a mi lado y Abelard en el puesto de copiloto, Derek arranca el auto mientras que la luz de la ciudad atraviesa las ventanas, iluminando el interior sombrío lleno de silencio.
Me concentro en contar los edificios para calmar el sentimiento de intranquilidad creciente en mi estómago, agarro los bordes de mi falda y la aliso al menos unas tres veces antes de que el auto estacione y los chicos bajen, hago lo mismo acomodando mi cabello tras la oreja para encontrar que pasaremos la noche en Los Candiles Night Club, el lugar luce animado, con las luces brillando, llamando a los fiesteros y a las personas con ganas de pasarla bien.
Derek se ajusta el cuello de la camiseta antes de buscarme con la mirada, sin miramientos me acerco a él, me sorprendo y estremezco al tiempo en que toma mi mano con una suavidad impropia de su persona y la lleva a sus labios, depositando un ligero beso en la palma.
—Vamos. —me murmura sin apartar sus ojos verdes de los míos, sus pupilas tienen un destello rojo dado al cartel que reluce sobre nosotros.
Avanzamos hacia adentro, el ambiente es candente y animado, tengo la leve sospecha de que han alquilado el lugar para pasar la noche.
En el escenario una chica vestida con un largo vestido negro y un gran escote canta sobre la lujuria y el amor, su voz es potente, es una de esas que podría hipnotizarte sin mucho efecto, de inmediato me atrapa.
La barra bordeada de luces rojas está vacía, los meseros secan los utensilios con los ojos fijos en el escenario, por poco deben tomar el trapo y limpiarse la baba.
Tomamos asiento en la mesa vacía que está en primera fila, todos embelesados con la voz y belleza de la chica que roba la atención de más de uno, entonces, la canción toma un tono sensual, con un último canto elevado comienza a menear sus caderas lentamente de un lado a otro subiendo sus brazos mientras observa a un lado, una sonrisa segura se extiende por su rostro mientras da pasos largos al frente, todos se detienen para observarla.
La guitarra eléctrica que acompaña la canción cesa y sus movimientos también, mira al frente enloqueciendo por completo al público que estalla en aplausos y vitoreo.
—Queridos acompañantes, demos la bienvenida a nuestro anfitrión y alma de la fiesta. —habla ella entre jadeos disimulados, me enderezo en mi asiento, concentrada en sus palabras. —Con ustedes, Max Guillén.
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Con todo y defectos
Storie d'amore¿Alguna vez algo te ha impactado tanto al punto de saber que eso cambiará tu vida? Eso fue lo que me sucedió, por simple desgracia, por dicha... O por suerte. Sea cual sea la razón, me llevó por caminos que nunca imaginé explorar, sacaron mi valen...