Capítulo 32.

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Fray Mclaguen

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Fray Mclaguen.

Siseo una maldición cuando al salir del estacionamiento el sol choca directo contra mi rostro, paro el auto, me inclino a la guantera y saco los lentes de sol, me los coloco y parto de nuevo. No he dormido nada y eso, como es de esperar, me está pasando factura, mis ojos pesan al igual que toda mi maldita cabeza a causa de los pensamientos que vuelan de un lado a otro. Todos relacionados con la misma persona: Avery.

Siento mucha rabia conmigo mismo, porque, carajo, soy un idiota que no sabe cómo llevar los sentimientos. Soy mitad dueño de una maravillosa agencia secreta de los Estados Unidos, pero en cuanto se trata de mujeres, soy un asco.

Avery está siendo tan distante, tan fría que me congela el alma. No sé cómo acercarme a ella, y de hecho no debo hacerlo, le prometí su tiempo y aunque deba amarrarme a una silla para no ir detrás de ella, lo haré. Lo menos que quiero es lastimarla.

Además, yo también necesito tiempo para resolver unos asuntos. Y a eso voy.

Exasperado expulso aire por la nariz cuando en la radio se reproduce una canción de Bruno Mars. Un cantante que ahora cada vez que escucho no puedo evitar sentir nuestro. Imágenes rápidas de la noche en el resort cruzan por mi cabeza... La manera en que sus rosáceos y carnosos labios se abrían para decir mi nombre, su piel trigueña iluminada por las luces de la ciudad, las gotas resbalando por su pecho...

Paro en seco a punto de saltarme un semáforo en rojo, los vehículos no tardan en llenar la autopista con el sonido de sus autos en protesta, los ignoro y presiono el botón de la radio cambiando la música, cierro los ojos y convierto los labios en finas líneas cuando al cambiar de estación se reproduce una canción que me hace pensar en ella: I'm Your Man.

Me doy por vencido alejando mi dedo del reproductor, decidiendo que de nada sirve cambiar y cambiar de estación, porque, cualquier canción que exprese todo aquello que yo no le puedo decir, me hará pensar en ella.

Me relajo en el asiento mirando por la ventana, arranco el auto y comienzo a cantar cuando la melodía de los The Moody Blues llena el auto.

—Here I go again, finding it so hard to explain, the way I feel when I hold you near. Still it hurts when you cry, maybe you think love has passed you by. Don't you know I need you so.

>>But I guess you need to know I'm just a man, that's all I am, I'm just a man that's yours, I'm yours, you know I'm yours.

Golpeo lentamente con mis dedos el volante mientras sigo cantando, el aire entra por la ventana sacudiendo mi cabello y de pronto el momento se vuelve más tranquilo mientras la canción finaliza.

Y es muy cierto que soy todo de ella. Nadie más podría hacerme sentir así.

Bajo la velocidad del auto al llegar al portón de la CDAS, apago el radio y busco mi tarjeta de identificación, cuando el vigilante llega se la tiendo, él asiente y las puertas se abren, conduzco hasta adentro y aparco el auto en una esquina, mientras me dirijo al edificio saludo a varios agentes que se encuentran entrenando en el patio, están haciendo lagartijas con un solo brazo, entre ellos Henry.

Con todo y defectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora