Capítulo 59.

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Ha pasado un día desde que llegamos a San Francisco, Murdock ya se puso en contacto con nosotros y no sé cómo sentirme respecto a que la misión sea hoy mismo por la tarde, es ese sentimiento de miedo aunque sabes que algo es bueno para ti

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Ha pasado un día desde que llegamos a San Francisco, Murdock ya se puso en contacto con nosotros y no sé cómo sentirme respecto a que la misión sea hoy mismo por la tarde, es ese sentimiento de miedo aunque sabes que algo es bueno para ti... Es solo que simplemente ya no estoy tan segura de querer demostrarle a Derek mis agallas.

—Tranquila, Avery. —Henry me intenta tranquilizar con voz suave, y lo logra unos segundos cuando me saca de tirón de mis pensamientos.

Vamos en un auto camino a la bodega en donde la última vez intenté dispararle a Derek, iré a supervisar lo que ha hecho Fabiana y a dejar otras cosas en orden, ante el pensamiento de los planes designados para este día mi estómago da un vuelco de ansiedad.

Son muchas cosas para hoy: Posiblemente veré a Derek de nuevo, y, claro, tengo un enfrentamiento con un narcotraficante.

Las palabras de Fray se repiten en mi cabeza, esta mañana despertamos juntos en las habitaciones de la CDAS, y como siempre parece conocer lo que cruza por mi cabeza, me dijo:

"—Nunca permitiría que algo te pase, y tú tampoco. Confía, princesa."

Poner tu confianza en alguien más resulta fácil, a veces lo hacemos hasta con los ojos vendados, pero instalar confianza en nosotros es lo verdaderamente difícil.

Miro por la ventana y la calle que está bajo el mando de los dragones aparece frente a mí, el auto pasea con lentitud por lo que me permite detallar un callejón donde al final hay un grafiti del tatuaje que tiene Derek en la espalda. No cabe duda de que luego de todo esto no podré mirar un dibujo de dragón una vez más en la vida.

El auto se detiene frente a la bodega y yo me apresuro a bajar, me seco el sudor de las manos con mis pantalones y cuando Henry llega a mi lado nos dirigimos juntos al lugar, los mimos guardias de la otra vez están ahí, pero esta vez abren sin chistar, al entrar me quedo sin aliento cuando veo la mesa puesta en medio del lugar, y sobre todo, los montones de armas que descansan sobre esta, hay catorce chicos que reconozco como miembros de la pandilla, y en la cabeza de la mesa está Fabiana.

Entonces pierdo seguridad cuando Patrick y Abelard salen del pasillo, me pregunto, ¿Estará Derek ahí? Pero pasan los segundos y no sucede nada.

—¡Querida socia! —grita Fabiana haciendo que todos se fijen en mí, tomo aire y me acerco al otro extremo de la mesa, donde detallo las armas con fingido conocimiento. —He conseguido lo que pediste, y otras cosas que serán necesarias. —Fabiana toma algo de la mesa y me guiña un ojo. Una bomba. Una puta bomba.

Mi corazón se salta un latido, y siento el aroma de Henry a mi lado, al girar la cabeza, ha tomado lugar a mi lado.

—Creo que necesitaremos más que esto. —hablo y me felicito de lo seguras que salen mis palabras.

Abelard y Patrick están mirándonos sin decir ni una palabra, lo cual se me hace en extremo extraño. ¿Por qué confían plenamente en mí?

—Por supuesto que sí, esto es solo lo del equipo que entrará con nosotros, —señala la mesa y a los catorce chicos, quienes asienten con la cabeza en mi dirección, es lo más parecido al respeto que me han enseñado desde que tomé este puesto. —Y lo de los demás está siendo despachado en otra bodega, no te preocupes.

Con todo y defectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora