Capítulo 10.

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Dolor de cabeza

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Dolor de cabeza.

Eso es lo que siento en este momento. Por suerte las cortinas de la habitación no dejan entrar la luz pero... ¿De quién es esta habitación, y como llegué aquí?

Me incorporo sobre mis codos con los ojos entrecerrados mientras recorro con mi mirada la habitación. Para nada se me hace conocida; lo último que recuerdo es estar en la piscina hablando con los chicos, ¿Dónde estarán ellos?

Miro a la mesa de noche que se encuentra al lado de la cama, hundo el entrecejo al ver que sobre ella descansa una hoja blanca y al lado un vaso de jugo. Termino de sentarme, instantáneamente me arrepiento, mi cabeza duele como el infierno, es como si adentro hubieran obreros taladrando.

Cuando me siento capaz de leer, tomo la hoja.

Disolví una pastilla en el jugo, bébelo, nadie me vio, puedes estar tranquila.

Espero no tener que lidiar con tu rabia por dormir a tu lado, que conste, tú lo pediste. Y si por tu cabeza ronda la pregunta de si tuvimos sexo, la respuesta es no, solo me pediste que me quedara... Y lo hice.

Atentamente: Fray.

Y todo pasa por mi cabeza como una película: Las espaldas con tatuajes iguales, yo queriendo besar a Fray, el juego en la piscina y yo pidiéndole a Fray que durmiera conmigo. Todo esto llega como una bomba, incrementando mi dolor de cabeza, haciendo que casi estalle.

Llevo las manos a mi frente, agobiada.

No debí hacer eso, no debí pedirle que durmiera conmigo, es decir ¿Por qué lo quería?

Por supuesto que ya sé qué hago aquí. Joder, joder, joder ¿Los chicos se habrán dado cuenta? No, Fray dijo que nadie lo vio, aunque eso no es tan seguro... Respiro hondo tratando de calmarme y mentalmente me abofeteo, mi cabeza está hecha un caos, todo lo de ayer me está bombardeando.

De nuevo surgen las dudas, Derek, Fray, ¿Quién es el malo y quién es el bueno? ¿De verdad Fray tiene respuestas con sentido para estar persiguiendo a Derek? Y por otro lado la conversación de Derek en el baño... ¡Maldición! Es mucho con que lidiar teniendo resaca.

—Avery, mantén la calma. —me digo a mí misma en un susurro mientras miro a mis piernas cubiertas con la cobija.

Ay no... Por favor que no haya dormido en bikini con Fray, por favor que no haya dormido en bikini con Fray.

Quito la cobija que tapa mis piernas e inmediatamente me sonrojo al verme. Si dormí en bikini con Fray.

Me levanto de un tirón mareándome y con la cabeza palpitando, llevo la mano a mi frente y cierro los ojos lo más fuerte posible tratando de desaparecer, pero eso es imposible. Volteo a ver la mesa en donde descansa el jugo, sin pensarlo dos veces lo tomo y bebo su contenido, con el dorso de mi mano limpio el resto del líquido.

Con todo y defectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora