Capítulo 81.

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Avery Morgan

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Avery Morgan.

Mi cuerpo pesa, cada extremidad se siente como una piedra y mientras muevo los dedos de mis manos para despertar, tardo en sentir su tacto contra una tela suave bajo ellos... Sábanas.

Lucho por abrir los ojos, porque me siento agotada y adolorida, pero lo logro, y al hacerlo, una luz penetrante los golpea, haciendo que los cierre de nuevo; parpadeando varias veces, logro adaptarme a la iluminación y veo que estoy en una habitación de hospital.

¿Cómo llegué aquí?

De pronto los pensamientos llegan y recuerdo lo sucedido. La batalla, Derek apuntándome y luego el punzante dolor en mi pecho. Él me disparó.

—¿Avery? —escucho su voz como si fuera un grave eco.

Giro la cabeza hacia la derecha en respuesta a su voz y sonrío como puedo bajo el respirador. Fray está sentado a un lado de la camilla y me observa sorprendido, con los ojos abiertos de más y los labios entreabiertos, luciendo estupefacto.

Palpo una vez más la sábana bajo mis manos y agradezco estar viva, porque lo estoy, sobreviví, y el descubrimiento es tan satisfactorio como desorientador; la última vez que mis ojos estuvieron abiertos vi su rostro y estaba dispuesta a despedirme, pero ahora es diferente... Ahora se siente como si nunca más tuviéramos que decir adiós de nuevo.

—Despertaste, princesa, estás despierta. —dice exaltado y emocionado a la vez, sus ojos azules brillan con intensidad nada contenida, opaca la luz de la habitación.

Lleva un suéter negro y este resalta con su cabello, ¿Es esto una bendición? Se siente así. Verlo aquí, conmigo, se siente exactamente similar.

En menos de un minuto Fray toma mi mano derecha entre las suyas, se inclina, besa el dorso y mi pecho se contrae cuando veo que empieza a llorar sin dejar de mirarme, sus lágrimas mojando mi mano a medida que continua haciendo lo mismo con calma, hasta que se yergue y con los ojos llenos de lágrimas y la voz rasposa, me confiesa:

—Tenía mucho miedo de perderte, no tienes idea de cuánto... Eres mi corazón, y quiero que sepas desde hoy que tienes prohibido correr peligro, ¿Entendiste? —dice y me mira como si hablara en serio, pero yo sigo sonriendo, ¿Cómo no hacerlo?

Alzo con pereza mi mano izquierda como si lo estuviera prometiendo, y él suspira con cansancio, ahora puedo ver mejor sus ojeras.

Con cuidado me aparto el respirador y a Fray casi le da un infarto por ese acto, pero cuando nota que respiro con normalidad y que no estoy muriendo, se relaja de nuevo en el asiento antes de ponerse de pie sin soltar mi mano, inclinarse adelante y besar mi frente con delicadeza. El tacto de sus labios es suave y cálido, lo que necesito...

Fray vuelve a tomar asiento y me mira, ahora con una pequeña sonrisa en sus labios.

—Te comería a besos ahora mismo, pero tengo miedo de que te suceda algo. Así que voy a posponerlo. —murmura.

Con todo y defectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora