Capítulo 58.

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Me observo en el espejo de mano por tercera vez, decir que estoy nerviosa es poco, estoy mucho más que nerviosa

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Me observo en el espejo de mano por tercera vez, decir que estoy nerviosa es poco, estoy mucho más que nerviosa. Pensar en el hombre con el que estoy a punto de reunirme hace que se me revuelva el estómago, y la sensación es insoportable.

La limosina pasa un bache y reboto en mi asiento, el espejo se cae y me agacho a recogerlo, al incorporarme veo el reflejo de mis dos acompañantes por el retrovisor, Fray y Henry llevan las máscaras de los dragones y el mismo traje negro; en el tiempo en que Fray y yo faltamos Henry alquiló una limosina, pues reiteró que debemos darle una buena fachada a nuestro negociante, después de todo, lo más seguro es que ese hombre me vea como algo insignificante; y debo demostrarle que debe respetarme como lo hace con Derek.

Fray me enseñó los expedientes de Murdock cuando llegamos al hotel, este tipo es igual que Derek, de alguna manera logran mantenerse limpios ante la justicia, pero la CDAS logró conseguir algunos trapos sucios, entre ellos está que es el jefe de la droga, si quieres kilos de esta de una manera secreta y "segura" debes acudir a él, pues es el que está al mando, y ninguna es tan buena como la de Murdock.

Ya entiendo por qué Derek resultó ser un cliente frecuente de Murdock.

Suspiro pensando en el largo camino que falta, son tantas personas unidas a Derek que temo que de nada sirva quitarlo a él de las calles, pues podrá seguir con su legado sin importar nada, el pensamiento me hace tragar grueso... ¿Qué pasará si sus amigos más cercanos y peligrosos buscaran vengarse de mí cuando todo acabe? Es algo que nunca he hablado con Fray, el después de todo.

La limosina para y yo despierto de mis pensamientos, Henry y Fray bajan, uno de ellos me abre la puerta y como hizo hace horas, me extiende la mano, sonriendo la acepto y pongo mi tacón en el pavimento, salgo del auto y mientras la puerta se cierra observo el lugar; es un restaurante elegante, hay faros de luz a los lados que comienzan a brillar dada la hora, el sol ya está ocultándose y una pequeña ráfaga de viento me pone la piel de punta. Ambos hombres se ponen a mi lado y doy un respiro profundo antes de avanzar en dirección a la puerta, mi acompañante de la derecha, el cual reconozco como Henry por el reloj que se ha puesto, me abre la puerta de cristal y entramos a la par.

Mis ojos recorren el lugar, me encuentro con que Murdock ha reservado el restaurante solo para nosotros, hay tres meseros al entrar que se inclinan en una reverencia en cuanto nos ven y sonríen con amabilidad; hay alrededor de cuarenta mesas vacías y recorro cada una hasta que encuentro a un hombre sentado en una de estas con una copa de vino en la mano, armándome de valor camino hasta él.

El piso de mármol brinda un sonido de eco con el chocar de nuestros pasos, y los costosos candelabros sobre nuestras cabezas nos bañan.

Al llegar a la mesa deslizo la silla hacia atrás y tomo asiento sin decir palabra, finjo mi mejor expresión y oculto que me siento segura cuando Fray y Henry se paran a cada lado de mí, con las manos cruzadas adelante.

Con todo y defectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora