Capítulo 4.

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Disfruto mi cereal en silencio, llevo una cucharada a mi boca y comienzo a masticar, el sonido de las hojuelas de maíz siendo aplastadas por mis dientes resuenan en mis oídos

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Disfruto mi cereal en silencio, llevo una cucharada a mi boca y comienzo a masticar, el sonido de las hojuelas de maíz siendo aplastadas por mis dientes resuenan en mis oídos. He estado en silencio desde que desperté, no he querido hablar de lo que pasó anoche, supongo que quiero pensar que si no lo digo en voz alta no es real.

Fray me dejó tan confundida anoche. ¿De quién debo cuidarme?, ¿Acaso él conoce al hombre que me acorraló en las escaleras? Y si es así ¿Debería temerle?, Pero entonces ¿Por qué me pidió que me cuidara?, eso no tiene ningún sentido. Y por otro lado aún está la duda de Derek.

Maldición, son muchas cosas en las cuales me niego a participar.

—Ya nos vamos. —dice Tommy acercándose a mí.

Miro el reloj que cuelga en la pared, es tarde y no termino con mi desayuno, además quiero hablar con Fray lo más pronto posible y a solas.

—Adelántense, yo iré luego. —me limito a responder mientras llevo otra cucharada a mi boca.

Al levantar mi cabeza me encuentro con los ojos de Fray puestos en mí, me pone nerviosa con su entrecejo hundido y los brazos cruzados sobre su pecho.

—¿Segura? —contesta obligándome a apartar la mirada de Fray.

Asiento con la cabeza y vuelvo a mirar el reloj; estoy nerviosa porque se me haga tarde en mi primer día, pero ahora estamos hablando de mi seguridad, y eso lo pongo encima de todo.

—¡Joder hombre! Ya te dijo que si, vámonos. —grita Darley mientras abre la puerta y desaparece.

—Bien, nos vemos, cuídate ¿Si? —deja un beso en mi frente y corre hacia la puerta. —¡Adiós!

Escucho que la puerta se cierra y de manera brusca me levanto escuchando el rechinar de la silla, camino hasta el sofá y me paro delante de él con los brazos cruzados sobre mi pecho aportando la expresión más seria que puedo.

—¿De quién debo cuidarme? —hago énfasis en cada palabra tratando de no demostrar lo asustada que estoy.

Inclina la cabeza hacia atrás y resopla. 

—Avery ya te dije que...

—¡Que es por lo de anoche, y ese cuento no me lo trago, no hubieras entrado de esa manera a mi habitación solo para darme una advertencia tonta!

Su expresión no cambia, sigue intacta. Pasan algunos segundos y se levanta del sofá, doy un par de pasos atrás para alejarme de su cercanía.

—No grites. —dice calmado.

—Responde.

—No puedes saber.

—¿Por qué? —grito de nuevo irritada mientras muevo mis brazos en el aire. —¡Dime!

Lo acaba de confirmar, él conoce algo sobre el tema y no me quiere decir nada. Fray se acerca rápidamente a mí tomándome de los hombros e indaga aún más en mis ojos cuando nuestras vistas conectan.

Con todo y defectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora