Epílogo.

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Manos sudorosas, corazón acelerado, boca seca y lengua de cartón

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Manos sudorosas, corazón acelerado, boca seca y lengua de cartón. Así me siento hoy, en el gran día. El día del juicio de Derek.

Me observo en el espejo y esta vez no hace falta que siga haciéndolo para infundirme seguridad, pues ya la tengo.

Giro sobre mis tacones en mi vestido negro de cuero falso ceñido al cuerpo; Fray me observa con una sonrisa ladeada, yo lo analizo de arriba abajo y babeo viéndolo en ese traje agua marina que muy bien le queda. Me fascina el toque elegante que la corbata le otorga.

—Te ves demasiado bien, princesa. ¿Puedes decirme una vez más de quién eres? —ladea la cabeza y saca el labio inferior en un puchero.

Me acerco y finjo acomodarle el traje tirando de la chaqueta con cuidado hacia abajo y pasando la palma de mis manos por su abdomen y hombros.

—Tú luces el doble de bien, Mclaguen. —lo miro directamente a los ojos, la mañana sonriéndonos a través de los grandes ventanales de nuestra habitación. —Y soy tuya, totalmente tuya.

Fray cierra los ojos complacido y suspira, me toma de la cintura y me acerca a él, gracias a los zapatos blancos altos estoy casi a su altura.

—Me encanta cómo te quedan los vestidos de cuero... Me recuerdan a la primera vez que te agarré el culo.

—Tienes una boca y palabras tan románticas. El mundo debería saber porqué te amo.

—¿Verdad? Yo también lo creo. —contesta y sonríe, luego, la seriedad ocupa sus facciones. —Hoy será un día duro, ¿Estás lista?

—Más que nunca. —respondo de inmediato. —Ya es hora de irnos, Derek debe ir lo más pronto posible a su nuevo hogar.

—Y así será. —me extiende su brazo y yo entrelazo el mío con el suyo, giramos en dirección a la puerta sin dejar de mirarnos, y animados de sed de justicia, caminamos hacia afuera.

Al salir de la mansión, Tommy espera por nosotros vestido igual de elegante. Se ve extremadamente guapo con su cabello peinado hacia atrás y el movimiento despreocupado de su cuerpo cuando nos abre la puerta, simulando ser un chófer.

Fray deja que entre primero, y mientras lo hago, le digo a Tommy:

—Troy pensará que le quitas el puesto.

—Pensé que había quedado claro que ya lo hice. —me guiña un ojo y me rio mientras subo, Fray hace lo mismo y Tommy cierra su puerta después de rodear el auto y subir al puesto de chófer. —Muy bien, nena, llévanos al tribunal... —le habla al auto.

Tommy chilla cuando el motor del auto ruge y emocionado, toma el volante y nos pone en marcha. Luce feliz con motivos, estos autos de último modelo son su punto débil. ¿Quieres secuestrar a Tommy? Ponle un convertible al frente.

—¿Te pidió que lo dejaras conducir, no es así? —giro a ver a Fray.

—Eso mismo hizo. En mi defensa, tiene poder para convencer. —ambos miramos al frente, donde Tommy canta una canción de Taylor Swift que se reproduce por la radio mientras mueve los hombros de arriba abajo; intentando imitar las notas.

Con todo y defectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora