Capítulo 24.

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Oh, joder

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Oh, joder.

¿Quién es la chica del espejo? Soy yo, pero a la vez no. Desde que esto ha comenzado la antigua Avery quedó muy, muy enterradita bajo cemento, y ésta es la prueba.

Mi cabello teñido de morado cae en ondas suaves y brillantes a cada lado de mi cara, una blusa blanca ajustada con pequeño escote cubre mis pechos, está tan corta que temo una de mis pequeñas salga a la luz; llevo un pantalón desajustado en la cintura con grandes aberturas en las rodillas acompañados de unas simples converse.

Tomo aire girando mis muñecas.

Estoy nerviosa.

Por fin conoceré ese mundo... Y me pregunto qué tan preparada estoy, a la final, concluyo que nunca estaremos preparados para situaciones nuevas.

Salgo de la habitación y me encuentro con un silencio que recorre cada esquina. ¿Qué les sucede a mis amigos que ya no están nunca en casa? Mi subconsciente me responde: Viviendo la vida que tú no puedes. Suspirando pesadamente me encamino a la habitación de Fray aunque no quiera, las cosas entre nosotros están tensas y eso es terriblemente incómodo.

Levanto el puño y toco la puerta tres veces con suavidad, pasa apenas un segundo antes de que se abra la puerta y Fray aparezca tras ella, aparto la mirada y le paso por un lado, dándole la espalda le digo antes de que cierre la puerta:

—No hace falta, no hay nadie. —no quiero estar en un espacio tan diminuto con él.

El silencio se levanta como una gruesa capa de hielo de nuevo, Fray tensa los labios y asiente con la cabeza, camina al escritorio y teclea algo en su computador, este cambia a un color negro y una fina línea azul recorre la pantalla de esquina a esquina.

Fray toma aire antes de girarse hacia mí, y por primera vez en el día me encuentro con sus bellos ojos azules, me repito mil veces que no debo caer y me preparo mentalmente para escuchar su hipnótica voz cuando abre los labios y gesticula las primeras palabras.

—He conectado el auricular que usarás hoy a la computadora, desde aquí estaré hablando contigo para registrar cualquier movimiento. ¿Entendido?

Me limito a asentir con la cabeza, él, girando de nuevo al escritorio toma el diminuto circulo negro. Joder, me cuesta enfocarlo entre sus largos y grandes dedos.

—Ven. —pide suavemente sin perder el tono profesional.

Me acerco a él y se pone de pie, mi cuerpo comienza a picar de inmediato. ¿Qué sucede conmigo? Tomándome de los hombros me gira y quedo de perfil a él, hace a un lado mi cabello y cuando sus dedos rozan ligeramente mi cuello me estremezco, su dedo índice de repente entra en el hueco de mi oreja y me sobresalto dando un pequeño chillido, él se aleja y hago lo mismo colocando la palma extendida en la oreja mientras lo miro de reojo.

—Allí está el auricular, ¿Lo sientes? —pregunta.

Niego con la cabeza.

—¿Se nota que lo llevo? —pregunto hablando por primera vez desde que entré en la habitación.

Con todo y defectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora