Capítulo 68.

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Tengo el corazón en la garganta mientras termino de hablarle sobre lo último, lo cual es la fecha pautada para la boda

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Tengo el corazón en la garganta mientras termino de hablarle sobre lo último, lo cual es la fecha pautada para la boda. Pero creo que resulta incluso más difícil para mí, que para él. Duele ver cómo ha levantado de nuevo esas paredes de hielo.

—Y, eso es todo. Tiene que ser pronto... —sigo hablando, pero entonces su voz demandante me detiene.

—No, no tiene que serlo. —suena más como una orden, que como una sugerencia.

Tiene los hombros encuadrados y tensos.

Henry carraspea y Robert se aprieta el puente de la nariz al tiempo que cierra los ojos. De pronto siento como si todo cayera sobre mí, y presiento que si no me hago cargo pronto, esto terminará en una discusión. Y sin importar lo que haya pasado, no quiero que Robert y Fray peleen.

—Señor Robert, Henry, ¿Por qué no nos dejan solos un momento? Estoy segura de que Mclaguen y yo podremos llegar a un acuerdo mutuo. —solicito en el tono de voz más amable que puedo.

Robert y Henry se miran con duda, pero Henry le asiente con la cabeza y Robert suspira. Ambos se ponen de pie.

—Cuando terminen, espero a uno de los dos en mi oficina para que me informe sobre la decisión tomada. —ordena Robert, y finalmente, los dos salen de la sala, dejándonos solos a Fray y a mí.

Hay tensión en la atmósfera y la puedo respirar, su presencia, aunque notablemente tensa y un tanto forzada, me relaja. Es como si pudiera recordar de pronto porqué me enamoré de él... Y fue por esta paz, esta precisa calma que él me otorga sin importar que el mundo se esté cayendo a pedazos. Fray no es mi ancla, ni me aferro a él por lo que me hace sentir, simplemente lo hago porque a su lado, sentí por primera vez que había encajado.

—No será pronto. —se cruza de brazos y tensa los labios, yo me distraigo con eso. Quiero besarlo, deseo besarlo. Al observarlo olvido todo, y las cosas que nos dijimos, que nos hirieron profundamente, ahora no son más que pasado.

Él sigue de pie y yo estoy sentada, eso me hace sentir diminuta, así que me pongo de pie para intentar igualar su altura y porte. Algo que siempre he amado de Fray, es la seguridad que desprende, incluso cuando está a punto de perder el control.

Mi hombre, mi maldito y gran hombre...

—Mclaguen, esto tiene que ser pronto, sabe que no contamos con tiempo, además ayudaría a la CDAS y a los casos, según me ha dicho Robert, mientras más se archiven, más jodido estarán los dragones azules. —explico, mi voz sale suave.

Traga grueso por una razón que no entiendo, pero luego comprendo las veces que me dijo lo mucho que le gustaba que lo llamara por su apellido. En otra ocasión tal vez habría sonreído, pero justo ahora no puedo. Son muchos recuerdos que quedarán solo como eso.

—Estarás muchos años a su lado. No veo cuál es la prisa. He revisado los papeles y en tan solo esta semana han archivado a veinte narcotraficantes que han sellado tratos con ustedes. —expone. —Has hecho un buen trabajo con eso. —carraspea.

Con todo y defectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora