Avery Morgan.
He vivido rupturas amorosas, pero ninguna se compara con esta. Y es por el preciso hecho de que nadie se compara a Fray, a nuestro amor. Nadie se compara a nosotros. Nada ni nadie podrán parecerse siquiera a lo que teníamos y se perdió en menos de un minuto. Una simple respuesta que desencadenó un terremoto que arruinó todo a su paso.
Mis ojos arden y trato de tragarme el nudo que tengo en la garganta mientras cargo la maleta con las cosas que recargué de casa de Fray. En un parpadeo llego a la puerta de mi apartamento.
Dejo la maleta en el piso y paso los dedos por mi cabello. Troy me dejó frente al edificio y por más que intentó convencerme de traer mis cosas hasta arriba, le dije que no era necesario; y la verdad solo lo hice porque no sé cuánto tiempo más pueda seguir de pie como lo he hecho hasta ahora. El único consuelo que encuentro es saber que al cruzar las puertas probablemente el lugar esté solo, y yo podré lanzarme a llorar sin importar nada.
Saco las llaves del bolsillo trasero de mi pantalón y abro la puerta, como lo pensé: El lugar está vacío.
Agarro la maleta del piso y entro, las luces están apagadas y las enciendo, la estancia se ilumina y cierro la puerta con una suave patada.
¿Es posible que me acuerde de él con cada cosa? Porque es así.
Mi mirada recorre todo y es como si nuestro amor siguiera tatuado en cada cosa: El sofá, ese donde hablamos tantas veces mientras yo estaba sentada sobre su regazo y él escondía mechones de cabello tras mi oreja; el comedor, ese donde me besó por primera vez y en el que reclamó mi cuerpo de una manera tan feroz que es imposible de olvidar.
Avanzo con las lágrimas arremolinadas en los ojos y sonrío con tristeza y el corazón roto. Este pasillo, donde hicimos el amor y por donde nos dedicamos miradas discretas cada que alguien estaba por el apartamento, este pasillo que cruzamos varias veces por la madrugada para hallarnos a escondidas en nuestras habitaciones.
Y claro, estas paredes, las que fueron testigos de todas las peleas y veces que nos amamos, las que se dieron cuenta de nuestra transición a lo que somos ahora.
Juro que no quiero ser tan masoquista y repasar cada cosa para pensar en él; pero mierda, es imposible cuando Fray se ha tatuada en todo lo que soy, es como si su nombre estuviera grabado en cada movimiento y cada respiración que doy.
Es como si él viviera en mí.
Me detengo frente a la puerta de su habitación, sé de sobra que no debería hacer esto; pero de igual manera lo hago.
Abro y entro a su habitación. Está igual que como la dejó al marchar, incluso su silueta sigue grabada en las sábanas y puedo verlo claramente ahí. En mi recuerdo el sol llena la habitación y Fray está envuelto en sábanas, sin camiseta, con el cabello revuelto y los ojos entornados mientras me observa caminar por la habitación en busca de mi ropa. Incluso puedo ver claramente su sonrisa tonta.
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Con todo y defectos
Romance¿Alguna vez algo te ha impactado tanto al punto de saber que eso cambiará tu vida? Eso fue lo que me sucedió, por simple desgracia, por dicha... O por suerte. Sea cual sea la razón, me llevó por caminos que nunca imaginé explorar, sacaron mi valen...