Fray estaciona el auto frente al gran resort de colores negros y dorados, hay personas vestidas de manera elegante mientras charlan entre sí animadamente.
Baja del auto, lo rodea y abre la puerta para mí, tomo su mano con una sonrisa presente en mi rostro y pongo un pie en el pavimento seguido del otro.
Comenzamos a caminar hacia adentro, al entrar, el lujo desborda del lugar, las lámparas que cuelgan del techo son diamante puro, iluminan la estancia de un amarillo suave que resalta los objetos y a las personas. Cuadros de pinturas minimalistas cuelgan en las paredes, algunos posicionados estratégicamente sobre floreros, brindando un aspecto visual agradable.
Nos acercamos a la recepción donde una chica de cabello rubio se encuentra atenta a cualquier movimiento con un apretado moño, al llegar, Fray toca la pequeña campana dorada que descansa sobre la barra de mármol, llamando así su atención.
—Tengo una reservación en el restaurante. —le dice él.
Ella lo observa antes de asentir con la cabeza y fijar su atención en la computadora a un lado de ella.
—Su nombre, señor. —pide en un tono de voz suave.
—Fray Mclaguen.
—Su mesa está disponible y lista. —informa y voltea a observarnos con una sonrisa abierta y radiante.
Me toma de la mano y da la vuelta, me guía hasta la gran entrada de color marrón en el mismo salón, donde un señor con traje azul nos recibe haciendo una elegante reverencia.
—Que disfruten de su noche. —nos dice incorporándose.
—Gracias. —contesto sonriendo.
Entramos y el restaurante no resulta ser tan distinto a la decoración de afuera, con la diferencia de que ahora el sonido del piano es más fuerte, lo suficiente para acompañar los murmullos de las personas y el sonido de las copas.
Caminamos hasta una mesa al final, al lado de una gran ventana que nos da la vista completa al lugar, él retira la silla para mí y tomo asiento encantada. Luego lo tengo frente a mí, sonriendo con las manos apoyadas en la mesa.
—¿Disfrutaste de tu día? —me pregunta.
Me encojo de hombros mirando hacia afuera, embelesada con la maravillosa vista y envuelta por la calidez que brinda el lugar.
—La verdad es que... Así no era como imaginaba mi graduación, ni mucho menos mi cumpleaños. —una risa triste se escapa de mi garganta, giro a verlo y encuentro sus ojos fijos en mí.
—Debe ser duro para ti, más sin embargo sigues en pie. Eres muy fuerte, y lo admiro.
Sus palabras me sacan una sonrisa a la que él me corresponde. Un par de meseros comienzan a acercarse a la mesa y me derrito cuando veo que traen un pequeño pedazo de pastel con una vela en medio de este.
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Con todo y defectos
Romance¿Alguna vez algo te ha impactado tanto al punto de saber que eso cambiará tu vida? Eso fue lo que me sucedió, por simple desgracia, por dicha... O por suerte. Sea cual sea la razón, me llevó por caminos que nunca imaginé explorar, sacaron mi valen...