Capítulo 11.

111 10 4
                                    

Estoy en el estacionamiento sentada en el piso, Fray subió al apartamento a buscarme ropa, no quise ir yo, no quiero que me vean en este estado, mis manos aún están temblando y mi respiración sigue acelerada

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Estoy en el estacionamiento sentada en el piso, Fray subió al apartamento a buscarme ropa, no quise ir yo, no quiero que me vean en este estado, mis manos aún están temblando y mi respiración sigue acelerada.

En la oscuridad del estacionamiento me siento segura, es como si aquí nadie pudiera verme, estando exenta de cualquier peligro.

Tengo tanto miedo, ese hombre sabe dónde vivo, sabe mi nombre, y me amenaza para que no me acerque a otros; la noche del club sentí miedo, pero en este momento estoy cagada. ¿Por qué a mí? ¿Que hice, que tengo? No hay una respuesta en mi cabeza para eso, quizás solo lo hicieron por diversión, o por locura. No quiero aceptar el hecho de que esos hombres seguirán viniendo por mí.

—Avery. —Fray camina por el estacionamiento oscuro, sus pasos hacen eco por el lugar y para frente a mí. —Te traje esto. —me extiende un conjunto de ropa.

—Gracias. —lo tomo.

Es una sudadera, inmediatamente me la coloco, la calidez de esta me invade, y lo más importante es que tapa mi pecho.

—Los chicos están preocupados por ti, así que me tome la libertad de traer tu teléfono para que les avises lo que quieras de ti.

Asiento con la cabeza y lo tomo, lo guardo en el bolsillo de la sudadera. En este momento, en silencio y soledad me invaden de nuevo los nervios por la conversación que tenemos pendiente, es mucho con lo que debo lidiar el día de hoy.

—Escucha —se arrodilla y toma mis manos. —de ahora en adelante no hagas preguntas respecto a lo que veas; debes confiar en mí.

Dudo unos segundos... ¿Confiar en él? Joder, creo que me encuentro muy mal ahora como para confiar en alguien, no con tantas cosas agobiándome. ¿Pero tengo de otra? En realidad no, subir allá y explicar lo que me sucedió es difícil. Quisiera denunciar en la policía, pero tengo miedo joder, y el miedo paraliza, es una enfermedad que carcome.

—Está bien. —suspiro y bajo la cabeza.

—Bien. —se levanta y saca su celular del bolsillo, marca un número y lo lleva a su oído. —Troy; trae el Lamborghini, búscame en el edifico.

¿Lamborghini? Abro los ojos confundida. ¿Fray, el chico que trabaja en una librería pidiendo un Lamborghini?

Cuelga la llamada y voltea a mirarme.

—No hagas preguntas. —vuelve arrodillarse frente a mí. —Tranquila.

Tranquila es lo que menos puedo estar.

—No me defraudes. —susurro, parece que todas mis energías las hubiese dejado en ese auto.

Fray asiente con la cabeza y desliza su cuerpo a mi lado. Tomo el celular y le mando un mensaje a Tommy.

Yo:

Hey, salí un poco más tarde del trabajo, me quedé ayudando a Edwin. Extraño a mamá así que vine a casa, mañana temprano estaré allá. Te quiero.

Con todo y defectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora