Capítulo 40.

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Avery Morgan

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Avery Morgan.

Tommy hace un estúpido baile mirando al televisor mientras canta en notas muy altas una canción country, la escoba lo acompaña en el baile y Edwin y yo reímos mientras secamos algunos vasos y platos.

Es temprano, la pizzería está vacía a excepción de dos adolescentes sentados al final, parecen sacados de una película, de esas donde los dos enamorados escapan y paran en un lugar alejados de todos y se sientan a tener una charla profunda, aquellas que harían reflexionar a la persona que ve la película.

—¡Abajo, abajo, abajo! —lo anima Edwin.

Tommy pone una mano en su cabeza simulando sostener un sombrero, coloca la escoba entre sus piernas y comienza a balancearse, como si montara un caballo. Rio a carcajadas y las personas del fondo nos miran a penas una milésima de segundos antes de seguir en lo suyo.

Un mensaje llega a mi teléfono haciéndome salir de escena, dejo el trapo que estaba usando sobre la mesa y con la sonrisa tatuada en mis labios reviso mi celular, un nudo se forma en mi garganta cuando veo el mensaje de Derek.

De: Derek.

Pasaré por ti a la pizzería ya mismo, espérame afuera.

Volteo los ojos con desagrado sin poder evitarlo, no puede disponer de mi tiempo cuando se le dé la gana.

Para: Derek.

Tienes suerte de que hoy salga temprano, de lo contrario, te quedarías esperando. Deberías preguntarme las cosas antes de decidir.

Guardo el teléfono y continuo con mis tareas unos minutos mientras me pregunto qué coño quiere, pensé que luego del viaje pasaría días sin verle la cara, pero, ya noto que no es así.

Termino de secar las cosas y me quito el delantal, lo dejo sobre la barra y le doy un beso en la mejilla a Edwin argumentando que mi turno ya ha terminado, rodeo la barra y camino hacia Tommy, quien ha dejado de bailar.

—Nos veremos más tarde en el apartamento, cuídate, te quiero. —murmuro.

Sus facciones se endurecen un poco pero no deja ir la sonrisa de alivio.

—¿Saldrás con Derek, cierto? —pregunta y asiento con la cabeza, él suspira. —Pásenla bien, nos vemos en casa, enana.

Le doy un breve abrazo con rapidez, recojo mis cosas y salgo de la pizzería, me paro a un lado de ella y espero que el auto de Derek llegue pronto, el sol de San Francisco hoy podría derretir un enorme cubo de hielo; lo cual es extraño, normalmente los días no son tan soleados por aquí.

Pienso en la reacción de Tommy anoche cuando le conté todo (o bueno, las partes que no involucran a la CDAS ni a los dragones azules) No hizo ningún comentario por unos segundos, su mirada se quedó perdida en el techo hasta que finalmente me dijo:

Con todo y defectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora