33. Avanzando...

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Para el siguiente día no se visualizaba que las cosas fueran a solucionarse, Valentina se levantó temprano junto con Gabriela, fueron a la cocina a preparar el desayuno esperando que Juliana hiciera acto de presencia. La castaña era consciente de que el ambiente iba a estar incómodo, pero admitía que gran parte de la culpa la tuvo ella y quería por sobre todas las cosas solucionar el problema.

Por desgracia Juliana nunca se acercó a la cocina, ni siquiera se tomó la molestia de despedirse, simplemente escucharon cuando salía por la puerta principal para marcharse. Eso fue una prueba de que ponerle fin al conflicto desatado la noche anterior no iba a ser tan fácil y menos a primera hora, todo eso provocó que otra vez Valentina llorara.

- Se fue... Ni siquiera vino por su café! Es obvio que no quiere verme y mucho menos hablar conmigo.- lamentaba Valentina - ¡Juls me debe de estar odiando!

- Vale no digas eso, jamás pienses que Juliana puede llegar a odiarte. Solo está molesta, dale tiempo...

- Pero cuánto tiempo? Se siente muy feo estar así, yo sé que la culpa es mía, pero por eso quiero que hablemos.

- Con ella el tiempo es incierto Vale, a cómo puede que se le pase rápido, también pueden pasar varios días. Créeme que lo que hace es tratar de evitar que la situación empeore o decir algo de lo que se puede llegar a arrepentir.

- Está bien! Le daré el tiempo que necesita, sin presiones, solo espero que me dé la oportunidad de hablar con ella lo antes posible.

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Por otro lado para Juliana la situación no estaba siendo menos mala y lamentable, se había levantado de mal humor debido a que por lo acontecido no había podido dormir bien y luego muy en contra de lo que en el fondo quería, se había ido a trabajar sin despedirse de Val y de su amiga. Todavía tenía muchas cosas en la cabeza, quería gritar para desahogarse, sentía que no lo podía hacer con Gabriela por lo involucrada que también estaba con Valentina y lamentaba que Alejandro estuviera lejos en ese momento.

Necesitaba mantener la mente ocupada, distraerse con algo, pero le era imposible concentrarse. La verdad era que extrañaba a su novia, porque sí, aun era su novia y le dolía esa distancia que habían puesto desde la noche anterior, pero sentía que aun no era momento para hablar, primero tenía que procesar todo. Desde su ventana observaba la ciudad con una taza de café en la mano, en ese momento recibió una visita que le alegraría la mañana.

- ¡Buenos días! ¿Cómo amaneció mi princesa hermosa? - saludaba Mario entrando.

- ¡Hola papá! ¿Qué haces aquí tan temprano? Mira quien madrugó también - se agachaba para abrazar a Lanna - ¡Hola bebé! ¿Qué tal te fue con el abuelo?

- Le fue muy bien! ¿Verdad Lannita? La verdad nos fue muy bien a los 2, mi nieta se portó de maravilla y dejó a mis amigos encantados y a los perritos de ellos porque ella era la única niña y todos quedaron enamorados.

- ¿Así que andas robando corazones? Pues nada de darle bola a esos amigos peludos, tú eres una bebé y mami Juls no te da permiso aún. - Lanna solo movía la colita emocionada escuchando a su mami.

- Iba a ir a dejársela a Valentina, pero quisimos primero pasar a saludarte.

- ¡Me encantó la sorpresa! Papá puedes dejar a Lanna conmigo, así me hace compañía, solo avísale a Valentina para que no se preocupe.

- Por mi no hay problema! Pero ¿pasa algo? - preguntó curioso Mario.

- No, nada! Solo quiero a mi bebé aquí conmigo.

- No lo digo por eso July, me refiero a eso de "avísale a Valentina", primero tú no te refieres a ella por su nombre completo y segundo me pones a mi a avisarle cuando perfectamente lo puedes hacer tú, eso sin mencionar que no tienes muy buena cara.

Golpe del destino...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora