86. La luz de nuestra vida.

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Narra Juliana.

Sabía que no tendría las cosas fáciles con Valentina, mi esposa era el ser más dulce, bueno y comprensivo cuando estaba de buenas, pero cuando estaba de malas sacaba las garras y ahora no solo estaba molesta, sino que también herida. Admito que la culpable de eso era yo, en mi afán de querer que estuviera bien terminé provocando todo lo contrario y ahora necesitaba conseguir que me perdonara.

En cuanto llegué a casa se contemplaba un gran silencio, ni siquiera Lanna hizo acto de presencia, apuesto que hasta ella estaba molesta conmigo por haber hecho llorar a su mami y si de Adán hablamos, esa bola de pelos solo se preocupa por dormir y comer.

En los últimos días a Val le había dado por querer comer chiles rellenos y yo me había negado a complacerla en eso, no quería que consumiera nada que estuviera relacionado con los chiles, pero ya Carina me explicó que el consumo de chile no daña al bebé, solo que sí tiene que ser con moderación porque puede afectar la función digestiva de la mamá y no quiero que mi morrita después ande con más nauseas o acidez. ¿Qué hice entonces? Luego de terminar de hablar con la doctora, pasé a comprarle sus chilitos a mi amorcito, llegué a la cocina y me topé con Gabriela quien en cuanto me vio puso una cara de querer asesinarme.

- Llegó la idiota más grande... - me dijo Gaby.

- ¡Gracias por el recibimiento! A mi también me da gusto verte. – le respondí - ¿Y mi esposa?

- Valentina está acostada descansando, ahorita no quiere comer nada, pero supongo que más tarde le dará hambre, entonces voy a prepararle algo.

- Yo le traje comida! ¿ Y el bebé? – pregunté por Felipe.

- Felipe está con ella, sabes que ama dormir con su tía Vale. – me hablaba cortante, pero sé que quiere soltarme un montón de cosas.

- ¡Voy a ir a verlos!

- ¡Alto ahí! – me detuvo – Déjalos dormir, tú y yo vamos a hablar un par de cositas.

- ¡Dispara! ¿Me vas a regañar? Pues hazlo ya porque te estás tardando...

- ¿Regañar? No, creo que con el susto de hoy ya fue suficiente escarmiento, pero aun así no te vas a librar de que te diga una que otra cosa. Escucha Juliana, entiendo perfectamente que amas a tu mujer por sobre todas las cosas, que tu prioridad son ella y el bebé, pero en serio tienes que bajarle dos rayitas a tu intensidad, una cosa es la protección y otra el hostigamiento.

- Yo sé Gaby, pero te juro que nunca fue mi intensión que las cosas llegaran hasta este punto.

- Pero llegaron! Durante mi embarazo comí lo que se me dio la gana, seguí trabajando y haciendo cositas, obviamente todo con medida, bueno en el sexo casi no hubo medidas. - soltó una carcajada y luego otra vez se puso seria-¿Acaso no entiendes que las hormonas se nos alborotan un montón cuando estamos embarazadas? Deberías de agradecer que Val quiera tener sexo en ese estado, porque con otras mujeres sucede lo contrario, ¿cómo te sentirías si durante 9 meses ella no quiere tener nada de nada contigo?

- ¡De la fregada! - admití.

- ¿Entonces? Huuuy es que eres tan inteligente para muchas cosas, pero tan tonta para otras.

- ¡Yo sééee! Pero¿cómo puedo arreglar esto?

- Hablando a lo bien, disculpándose y poniendo a trabajar no solo esa cabecita, sino que también tus dedos, tu boca... ¡Ay tú me entiendes!

-Sí, sí entiendo...

Gaby y yo seguimos hablando mientras entre las dos preparábamos la cena, a mi amiga poco a poco se le iba pasando la rabia que tenía conmigo, me daba algunos consejos y uno que otro golpecito. En cuanto terminamos de cocinar, nos sentamos a tomar una copa de vino esperando a que nuestros amores despertaran, lo cual sucedió media hora después.

Golpe del destino...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora