95. Vida muy bendecida...

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Cientos de cosas pasaban por la cabeza de Juliana, sentimientos indescriptibles recorrían todo su ser, y se podía decir que por varios minutos se sintió perdida. Después de salir de la prisión se quedó un buen rato en el estacionamiento, antes de encender el coche debía de procesar todo lo que había pasado, o al menos tratar de hacerlo para decidir si se encontraba en condiciones de ir al Corporativo o a su casa; en el fondo sabía que era lo que necesitaba hacer y a quien necesitaba ver.

- ¡Ven aquí! – dijo Valentina abriendo los brazos para abrazarla, la había estado esperando en la puerta en cuanto supo que estaba por llegar - ¡Déjame abrazarte muy fuerte!

- ¡Necesitaba tanto esto! – respondió Juliana aferrándose a ella – Eres siempre mi lugar seguro...

- Aquí estoy para ti siempre... - se quedaron un rato así hasta que decidieron entrar e ir a la sala.

- ¿Y la princesa? ¿Está dormida?

- No, la verdad es que ni siquiera está en casa... - ante esto Juliana frunció el ceño – No pongas esa cara, es solo que luego de que te fuiste, le marqué a tu papá y le conté acerca de lo que ibas a hacer, supuse que luego ibas a querer regresar a casa e ibas a necesitar de mucho amor y apapacho, así que le pregunté si podía llevarse a Lunita para poder dedicarme por completo a ti.

- ¡Gracias por eso! – dijo Juls – No es que me guste estar lejos de mi bebé, pero la verdad es que sí te necesito mucho, hoy quiero ser un poco egoísta y tenerte solo para mí.

- Aquí estoy, mi amor... -se sentaron juntas en un sofá - ¿Qué tal estuvieron las cosas?

- ¿Por dónde empiezo? – suspiró – No estuvo tan mal, la verdad es que pensé que iba a estar peor, pero no y es raro.

- Te sientes confundida, ¿cierto?

- ¡Bastante! Es que no sé... Iba preparada solo para darle las gracias y ya, es más, pensé que hasta íbamos a terminar discutiendo y no fue así.

- ¿Hablaron mucho?

- No mucho, pero sí más de lo normal... ¿Sabes? Nunca supe lo que era entablar una conversación por varios minutos con Beatriz, quiero decir, una conversación pacífica, porque para discutir sí que solíamos hacerlo durante mucho tiempo.

- ¡Entiendo! Supongo que no fue fácil para ti darle las gracias y que para ella fue una sorpresa el verte ahí y escucharte.

- ¡Hubieras visto su cara! Definitivamente no lo esperaba, en su cara no solo reflejaba sorpresa, sino que también otra cosa...

- ¿Alegría? – le preguntó Val.

- Mmm sí, eso creo. Es que no sé, todo es tan confuso... Mi objetivo era llegar, darle las gracias y ya, ni siquiera tenía la intención de preguntarle porqué hizo lo que hizo, a decir verdad, no le pregunté eso, fue ella misma la que me dio sus razones. Dice que lo hizo porque es consciente de todo el daño que nos hizo, que se ha arrepentido por no haber valorado a su familia y que no podía permitir que a Luna le sucediera nada malo. – sus ojos se empezaron a poner brillantes producto de las lágrimas – Me pidió perdón, se disculpó por haber sido una mala madre, confesó que su objetivo siempre fue joderme la vida, pero que las cosas nunca le salieron bien.

- ¿A qué te refieres?

- Ella nunca fue feliz y no quería que nadie más lo fuera, así que vio en mí a la victima perfecta. Ella siempre quiso que yo la pasara mal, pero resultó que nunca fue así... No te voy a mentir, al principio fue difícil el ver que mi mamá no me quería, pero lo procesé rápido y aprendí a vivir con lo que tenía; un abuelo excelente, un papá dedicado y amoroso, una nana que hizo de mamá y unos amigos que terminaron siendo como mis hermanos. Todo eso lo reconoció la misma Beatriz, dice que a pesar de tantas cosas, yo siempre he sido una buena persona y que eso es precisamente gracias a las personas que han estado a mi lado, dice que la vida me premió, que me dio a una mujer maravillosa como esposa y a un angelito como hija. – se limpió una lágrima.

Golpe del destino...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora