71. Concediendo el perdón.

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- Sí te gusta en anillo? – le preguntó Val – Bien sabes que era la sortija de mi mamá, pero si no te agrada por esa u otra razón, no hay problema, yo te compro otro.

- Eeey, ¿cómo crees? Me encanta! Solo que sí pienso que lo correcto era que lo conservaras tú, es un recuerdo de tu mami.

- Al igual que el anillo que me diste y que era de tu abuela! Y sí, es un recuerdo muy valioso y por eso no hay nada mejor que lo porte la persona más valiosa de mi vida. – le dio un beso – Mira que te queda perfecto.

- Sí, justo a la medida! Al igual que tú prometiste cuidar tu anillo, yo prometo cuidar este. Dime algo, ¿en qué momento planeaste todo esto?

- Digamos que quería darte una sorpresa, pero no sabía muy bien que hacer y se me ocurrió en estos días, más que todo desde el momento en que tuve ese anillo en mis manos. ¿Ya viste qué hora es? - le cambió el tema.

- ¡Déjame ver! – buscó su celular para ver la hora – Mmmm mira nada más... -se acercó de nuevo a ella – Hace un año esta princesa que está aquí aceptó ser mi novia, hace un año me hiciste la mujer más feliz y afortunada del mundo.

- ¡Feliz aniversario mi amor! – se besaron.

- ¡Feliz aniversario bebé! – respondió luego al terminar el beso – Todo esto es genial... Tú eres maravillosa y super romántica déjame reconocerlo.

- ¿Te estás burlando de mí? Es que claro, nadie puede ser como Juliana Romea. – ambas rieron.

- No es burla mi vida, solo estoy alabando tu forma tan peculiar de pedirme matrimonio. Sé que soy muy buena en la cama, pero jamás imaginé que luego de un muy buen orgasmo alguien me iba a dar un anillo de compromiso.

- ¿A poco crees que yo iba a dejar escapar a esta diosa del sexo? No mamacita, yo dije, a esta mujer la atrapo a como de lugar, así que te jodiste Julianita porque estás condenada a pasar el resto de tu vida a mi lado.

- Yo encantada de pagar esa condena!

- ¿Quieres saber de dónde saqué la idea de pedir matrimonio después del sexo? – Juliana asintió un poco confundida – De ti...

- ¿De mí? ¿Cómo? Ahora sí que no estoy entendiendo nada.

- ¿De verdad no recuerdas ese detalle de París?

- De París recuerdo que la pasamos muuuy bien, que tuvimos uno que otro problemilla, pero que hubo un excelente sexo. De ahí lo único referente al matrimonio era la Torre, pero yo no te pedí matrimonio ahí.

- Mmm nop, ahí a los pies de la Torre no... Pero sí luego de una de esas sesiones maravillosas de sexo que dices.

- ¿Neta?

- La neta del planeta! Hicimos el amor y luego de un orgasmo que uuuf, ¿cómo olvidarlo?- se mordió el labio – te escondiste en mi cuello y me pediste que me casara contigo y cuando quise decirte algo ya te habías quedado dormida. Al principio creí que había escuchado mal, luego de que fue cosa del momento y ya luego hasta llegué a pensar que te habías arrepentido y que no querías casarte conmigo.

- Aaay mi amor! Te juro que no recuerdo nada de eso, pero es que imagínate, me haces el amor así de rico como solo tú sabes y es obvio que me voy a querer casa contigo, o sea mira esto, - le tomó una mano - ¿cómo voy a desaprovechar estos dedos mágicos?

- Julianaaaa!

- ¿Quééé? A poco no ves que en estos dedos quedan perfectos los anillos de compromiso, solo falta el de matrimonio, que por cierto, tenemos que hablar de fechas y todo. No me digas que pensabas que me estaba refiriéndome a otra cosa! – se hizo la ofendida.

Golpe del destino...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora