55. Ella no puede ganar.

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Valentina salió rumbo a su destino, pero antes de eso pasó por el departamento de Juliana y que una vez también fue suyo, empacó algunas prendas en una mochila y buscó en una gaveta esperando encontrar el juego de llaves que hace unos meses le pertenecieron, entre ellas se encontraba una copia de la llave que le daba acceso a la propiedad en Valle de Bravo.

Aunque el viaje no era tan largo, el tiempo se le hizo eterno, esperaba que su intuición y su corazón no le fallaran. Ya por fin en Valle debía darle al chofer las indicaciones de cómo llegar a la casa ya que quedaba a unos cuantos kilómetros lejos del centro, la idea era no alertar a Juliana por lo que estando a tan solo unos metros de la propiedad decidió bajarse del coche y caminar.

El cielo estaba nublado anunciando que pronto empezaría a llover, era una tarde triste, de manera silenciosa logró entrar y por un momento pensó que su viaje había sido en vano hasta que logró ver el coche de la mujer que estaba buscando, pensó luego que quizás Juliana estaba durmiendo ya que todo estaba en silencio y no había ninguna luz encendida, aun así se animó y en cuanto llegó a lo que era la sala en donde se encontraba la chimenea escuchó aquella voz que tanto amaba.

- Juls! – le habló sorprendiéndola.

- ¡No mames! – respondió asustada- Ya me volví loca... - Juliana se encontraba en el suelo frente a la chimenea con un cigarro en la mano y una botella de mezcal a su lado, se notaba a leguas que estaba borracha y que había estado llorando.

- ¡Hola mi vida! – le dijo Valentina bastante angustiada al ver en el estado en que se encontraba, intentó acercarse pero Juliana se lo impidió.

- ¡No te acerques! – se acostó de espaldas cubriéndose los ojos – Tú no estás aquí, no puedes estar aquí, todo es parte de mi imaginación. Estos cigarrillos debe de estar alterados y son los que están provocando que alucine... Debe ser eso porque no puedes ser un fantasma, ¿o sí? No, yo te dejé sana y salva en España.

- ¡Juliana soy yo! – con lágrimas en sus ojos logró acercarse a ella y le tomó el rostro – Mírame mi cielo, soy yo y vine por ti.

- No! Tú eres producto de mi imaginación, pero te ves tan real. – empezó a acariciarle la cara con delicadeza para luego pellizcarle la nariz y los cachetes- Te sientes tan real, ¿eres un fantasma? – esto le dio risa y ternura a Valentina.

- Sí Juls, soy un fantasma! – quiso seguirle la corriente.

- Pero es que no... ¡Val no puede estar muerta! Si eres un fantasma significa que estás muerta. Tú no puedes ser su fantasma – empezó a llorar otra vez.

- ¡No, no Juls, es broma! No soy un fantasma, Val está viva, es decir, estoy viva mi amor.

- Entonces te estoy imaginando... -borracha más necia pensó Val - ¿Tan peda estoy?

- ¡Pedísima! Tenemos que hablar, pero contigo en ese estado es imposible.

- ¡Yo estoy bien! Tal vez si sigo bebiendo deje de imaginarte.

- No estás bien y nada de seguir bebiendo Juliana, ya es suficiente. ¡Levántate! Lo que necesitas es un buen baño de agua fría.

- Las Valentinas imaginarias son bien aguafiestas... - se quejó.

- ¡Cállate! Anda y vamos... - logró que le hiciera caso y la llevó hasta el baño de la habitación principal, la metió bajo la regadera dejándola ahí por unos minutos para luego empezar a desvestirla.

- ¡Alto ahí! El hecho de que seas el espíritu de Val, un producto de mi imaginación o lo que sea, no te da el derecho de verme desnuda, solo mi morrita real puede, así que fuera de aquí que yo puedo sola.

Golpe del destino...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora