Los días pasaron como el agua y Aslan no volvió a intentar siquiera acercarse a Miranda. Por los pasillos lo único que se comentaba era de la discusión que habían tenido y de la evidente victoria de la reina. Aquello era tan bueno como malo y Miranda lo sabía, darle cuerda de más a la paciencia del emperador no era lo que necesitaba, pero tampoco podía hacer nada respecto a los típicos chismes de pasillos que había entre la servidumbre.
Aquella tarde había estado en su habitación descansando de todas sus labores como reina, la mañana había sido larga y apenas estaba cayendo la tarde; pero se sentía agitada y estresada. Las nubes habían nublado el cielo, volviéndolo gris, y el clima se estaba volviendo algo frío, aquel temporal solo le hacía sentirse peor, sentía ganas de llorar como parecía querer hacerlo el cielo.
Al día siguiente sería coronada Emperatriz de Jordania por el mismísimo Emperador. Estaba segura que ese hombre sería capaz de envenenar la corona para hacerla morir, si eso no fuera demasiado evidente o demasiado simple. Lo notó en sus ojos aquella noche, iba a hacer todo para destruirla, le había sacado de quicio y hasta ella misma tuvo que admitir que debió controlarse un poco, pero le dio donde más le dolía y eso era algo que no iba a dejar pasar, mucho menos que la humillara en frente de todos. Podía ser el dueño del mundo, pero ella no le pertenecía.
Se levantó de sobre la cama y fue hasta su clóset. Comenzó a quitarse todos sus vestidos, se escaparía a dar una vuelta...
No pasó mucho tiempo desde que las nubes grises habían nublado el cielo, cuando se desató una gran lluvia. Aslan estaba fuera de la protección de las paredes del palacio cuando aquel torrencial empezó a caer, pero no quiso entrar, estaba tan frustrado y harto de estar en ese lugar que sentía que la cabeza le iba a explotar, así que aquella agua le venía de perlas. Llevaba tiempo caminando por los alrededores y debía de admitir que Jordania tenía sus encantos, aunque la fortaleza de Perdomia era, sin duda alguna, mucho más bella y exuberante que ese castillo.
Su exploración continuó durante un rato más bajo la lluvia, hasta que se percató de una estructura extraña a lo lejos en el jardín trasero del palacio, detrás de una arboleda que la medio cubría. Emprendió su camino hacia allá aún bajo aquel aguacero tan inmenso, con el único fin de satisfacer su curiosidad. Ya para cuando llegó, el agua corría por su cabello y ropas como cascadas. Desde fuera se lograba ver que el lugar era rectangular, como si fuese un invernadero con las paredes hechas de ladrillos rojizos y tenía unas fuertes vigas que se cruzaban entre ellas, a través de las cuales se colaba la lluvia.
Él tocó una de las paredes de la estructura y la recorrió con su mano mientras buscaba la entrada. Dio con ella no mucho después, era solo una sencilla puerta de madera, pintada de blanco. Entró sin más preámbulos al notar que no tenía mucho que observar desde fuera, y se quedó pasmado sin creer lo que sus ojos veían cuando estuvo dentro.
De las vigas colgaban varios implementos, sedas acrobáticas, entre ellos, y algunos aros. La vista de Aslan se detuvo específicamente en uno que se encontraba colgado en el medio del recinto, a unos dos metros del suelo, y en la chica que daba vueltas en él.
Estaba empapada por la lluvia pero no parecía molestarle, al contrario, danzaba en el aro haciendo formas con su cuerpo como si fuera lo más normal del mundo. Los labios de Aslan estaban entreabiertos de solo ver todo lo que ella hacía, sus ropas no dejaban ver mucho de su piel, pero eran tan ajustadas que falta no hacía en absoluto. Eran de color negro con bordados en dorado por doquier, se ceñían a su cuerpo desde la mitad de su pie hasta sus hombros, dejando al descubierto casi toda su espalda en la que se entrecruzaban los finos tirantes.
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Emperatriz (Libro I Bilogía Imperios)
Romance"Que sepa, majestad, que no me postraré ante usted a menos que esté muerta. Las reinas que se arrodillan pierden su corona, y yo no le daré ese gusto" Miranda, reina consorte de Amra de Jordania, fue coronada para sorpresa de todos y se convirtió en...