Capítulo XVIII

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    Miranda iba caminando por los jardines del brazo de Nihat, ya estaba mucho mejor y más recuperada, se sentía como nueva, solo unas leves jaquecas la atormentaban de vez en cuando pero nada grave. Partirían al día siguiente según habían quedado ella y su Ministro, ya no soportaba ni un minuto más su estancia por allí.

    —Mañana a primera hora, Nihat, mañana. Necesito irme de aquí cuanto antes y si no lo hago es por la insistencia de Aslan en hacer ese estúpido baile en honor a mi recuperación —se quejó mientras caminaban.

    —Es lo menos que puede hacer después de lo que te ha hecho pasar, Miranda, pero no te preocupes, partiremos mañana y si de mí depende, nunca más volverás a pisar el palacio de Perdomia.

    —Eso espero, aunque será una lástima porque este lugar es precioso, mira que había viajado por varios lugares del imperio, pero la capital es, sin duda alguna, la ciudad más hermosa que he visto —admitió mirando alrededor—. Es injusto que tengan un emperador tan ególatra que no vea más allá de sus narices y que ambicione más de lo que debe, rompiendo las leyes que por siglos han regido y caracterizado al imperio.

    —No te preocupes, mi reina, lo que haga Aslan con su imperio no nos incumbe, solo debemos proteger a los nuestros.

    Ella asintió tranquila y siguieron caminando por unos instantes más hasta que de entre la arboleda vieron salir a un furioso Aslan, seguido de Hassan. Nihat y Miranda se detuvieron al verles y ellos dos también. El rostro del emperador se suavizó al verla fuera de la cama por primera vez, desde que Nihat había llegado no le había vuelto a ver. Su piel estaba más pálida por la escasez de sol y la falta de maquillaje en su rostro le daba un aspecto más juvenil, delatando los buenos años que le llevaba él a ella.

    —Majestad, me alegra que al fin podamos conocernos —dijo Hassan como todo un caballero y se acercó a Miranda, tomó su mano y la besó en el dorso—. Su fama la precede y he de decir que es hermosa también, aunque no se diga.

    Ella le regaló una sonrisa a labios cerrados con cortesía. —Un placer conocerle...

    —Hassan de Perdomia, capitán del escuadrón personal del emperador —se presentó.

    —Un placer, caballero, veo que en Perdomia sí hay hombres con educación —respondió dándole una mala mirada a Aslan quien estuvo a punto de rodar los ojos y resoplar.

    —Veo que ya está recuperada como se rumorea, espero tengamos el honor de verla esta noche en el baile que se hará en su honor.

    —Asistiré, tampoco es como que me dejaran opción. —Y a Aslan le cayó el traje otra vez—. Noble Hassan, este es mi Primer Ministro, Nihat de Jordania.

    —Un gusto en conocerle —le saludó y el mencionado asintió con una sonrisa cortés.

    —Y dígame, qué opina de nuestra capital —preguntó Hassan, con su completa atención sobre la reina.

    —Es hermosa, una lástima que no haya podido disfrutar de ello como me gustaría.

    —¿Cómo así? ¿Nuestro monarca no le ha llevado a recorrer los mejores lugares de Perdomia? —preguntó indignado y miró a Aslan con reproche.

    —El emperador y yo no tenemos buenas relaciones, ha de ser por eso —le respondió con tranquilidad.

    —Se las habría mostrado si su excelencia al menos me dejara verle —le reprochó Aslan al fin participando en la conversación y nada contento con las insinuaciones hacia su persona.

    —Como entenderá, majestad, después de todo lo que he pasado en su reino gracias a usted y su hospitalidad, no me quedan ganas de pasar más de los minutos necesarios con su persona. —Miró a Hassan con una sonrisa en sus labios—. Un placer conocerle, caballero, es gratificante ver que en este reino no todos son iguales. Ahora, si nos disculpa, necesito descansar.

Emperatriz (Libro I Bilogía Imperios)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora