Capítulo XII

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    Miranda notaba la mirada de Aslan, aún si estaban muy lejos podía ver el ápice de malicia que la rondaba. Tenía algo en mente y lo sabía, su cuerpo se lo decía aún sin tener claro lo que aquel monstruo tenía planeado. Miró a las personas que la acompañaban y temió por ambos, pero más por Tarek que por Samara, ya que el rey odiaba a Miranda pero tenía obsesión con el ángel, así que no haría nada para darle motivos de que se alejara.

    —Tarek, necesito que hablemos —le pidió por lo bajo y él solo le ignoró como había hecho todos esos días—. Tarek.

    —Miranda, no quiero hablar —musitó molesto y ella le tomó del brazo haciendo que le mirase.

    —¿Qué te pasa? ¿Por qué te comportas así? Hace días que estás en ese estado y me ignoras, solo vienes cuando te lo ordeno.

    —Tal vez es porque no quiero molestarla, alteza, seguro que tiene cosas mejores que hacer como bailarle a su emperador —le reprochó y ella le miró frunciendo el ceño, no entendía a qué venía el comentario.

    —¿Qué quieres decir?

    —Quiero decir que para odiarlo tanto no te molesta mucho exhibir tu cuerpo cada noche delante de él.

    Miranda le miró mal. ¿Acaso estaba insinuando que lo hacía porque le gustaba? —Espero que no estés insinuando lo que estoy pensando, Tarek.

    —¿Y qué podría insinuar, Miranda? ¿Acaso no es cierto? No te veo quejarte de ir a bailarle como una ramera todas las noches, ya hasta empiezo a pensar que lo disfrutas.

     Los celos eran los que hablaban y ella podía notarlo, trató de calmarse y no decir más nada al respecto del tema, Tarek era como un volcán a punto de erupcionar y ese no era ni el momento, ni el lugar.

    —Lo mejor será que hablemos esto luego —fueron sus palabras y trató de alejarse pero él tiró bruscamente de su brazo.

    —¿Hablar luego? Claro que no, hablaremos ahora ya que tanto insististe.

    —Tarek, no hagas esto aquí, por favor, soy tu reina...

    —¿Mi reina? —exclamó más alto de lo normal y ella le miró furiosa, había llamado la atención de más de uno.

    —Suéltame, te lo ordeno —musitó y su mirada cambió, ya no hablaba Miranda, hablaba su reina.

    —No, hablaremos aquí mismo, no pienso esperar más.

    Ella comenzó a hervir. ¿Cómo se atrevía? La estaba dejando en ridículo delante de los presentes, delante del idiota de Aslan que seguro aprovecharía para hacer algo. —Tarek, no es conveniente que hagas esto, estamos en Perdomia, ¿lo olvidas?

    —No, no lo olvido, ¿y sabes por qué? Porque estando aquí me doy cuenta de que al final no eres tan inocente, en serio creí que hacías eso por ayudar a Samara, pero la sincera realidad es que estás enamorada del Emperad...

    Ella le abofeteó para que dejase de decir idioteces y ahora sí que habían llamado la atención. Él la soltó por un momento y Miranda trató de dejar las cosas así, pero la fiesta apenas y estaba comenzando. Tarek la volvió a sujetar, esta vez más fuerte y le hizo daño.

    —¿Crees que callándome cambiará algo? ¿Por qué me haces esto, Miranda?

    —No te he hecho nada, maldita sea, suéltame ya, Tarek —le exigió molesta a lo sumo y luchando por soltarse hasta el cansancio.

    Él iba a decir algo más pero sintió como sujetaban su brazo y hacían que la soltara de una vez. Miranda se alejó unos pasos hacia atrás y se le paralizó todo el cuerpo, había sido Aslan quien paró la pelea. Eso no acabaría bien, no lo haría.

Emperatriz (Libro I Bilogía Imperios)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora