Capítulo XXV

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    El lugar era todo un bullicio y estaba bastante más concurrido de lo que Hassan o Aslan esperaron al ver la gran carpa a lo lejos. No habían tardado más que unos días en dar con el sitio, era el único circo que se movía dentro de todo el imperio de Perdomia, o por lo menos el más famoso y gigantesco, con propuestas tan variadas, como extrañas. Se supone que el emperador no debía estar por allí, pero nadie pudo convencerle de lo contrario, después de lo que Hassan le había dicho ya no confiaba en ninguno que no fuera su capitán y él mismo. Por eso estaban solo ellos dos ahí, muy al pesar de Hassan, porque eso significaba un dolor de cabeza para él que debía de proteger a Aslan; agradecía al menos saber que su emperador no era ningún inútil en el arte de la lucha y que si se daba una situación sabrían arreglárselas como siempre.

    —No pensé que estos lugares fueran tan famosos —comentó Hassan yendo detrás de Aslan, estaban dentro de la carpa principal, caminando por las gradas hasta llegar a un puesto para esperar a que comenzara la función.

    —Yo tampoco —respondió encontrando un sitio en el cual se sentaron. Ambos estaban encapuchados para evitar que alguien les reconociera. Les habían dicho que los espectáculos de ballet aéreo se realizaban en la carpa y que estaban a punto de comenzar.

    —¿Cómo sabes que puede que esté aquí? ¿Y qué es eso de ballet aéreo?

    Aslan sonrió casi de forma imperseptible al oír la pregunta. —Digamos que de pura casualidad.

    —¿Pura casualidad? ¿No que no se soportaban ustedes dos? ¿Cómo sabes que creció en un circo?

    —Ella me dijo, Hassan —contestó, observando a su alrededor. El círculo del centro con colores y con varios implementos estaba siendo preparado por algunos bufones de cara pintada. En el techo ya colgaban varios objetos conocidos y desconocidos para él; había aros, cintas acrobáticas y más instrumentos para trapecistas.

    —Dice el señor de aquí al lado, que normalmente esto no está tan lleno —la voz de Hassan le sacó de su escrutinio y le miró—. Me comentó que es porque una nueva bailarina muy buena ha estado actuando aquí últimamente y que la mayoría de los que vienen lo hacen por ella.

    Aslan iba a contestar pero la voz del maestro de circo le interrumpió, ya iba a comenzar el espectáculo. Después de eso se extendió un largo tiempo que a él le pareció más que eterno a la espera de ver si Miranda salía, o si estaba en alguna parte de por allí. Hassan parecía divertirse con el show, pero a él nada de eso le llamaba la atención, quería verla a ella.

    —Wow, creo que vendría otra vez, es divertidísimo —le escuchó comentar a su compañero y blanqueó los ojos.

    —No le veo lo divertido a que una panda de bufones hagan estupideces.

    —Eso es porque eres un amargado —le dijo y se destornilló de risa al ver otra de las bobadas que hicieron los bufones.

    Aslan comenzaba a desesperarse. ¿Y si se había equivocado y Miranda no estaba ahí? Tal vez estaban perdiendo el tiempo en buscarla. Inspiró hondo para tener calma, debía esperar, estaba seguro de que le encontraría ahí, sabía que estaba ahí, solo necesitaba verla.

    —Y ahora, damas y caballeros, con ustedes, la actuación tan ansiada de esta noche —las palabras del maestro le hicieron mirarle—. Reciban con nosotros a nuestra nueva bailarina, a nuestro ángel.

     Aslan sintió su corazón dar un vuelco al escuchar ese sobrenombre y vio como al lugar entraba una figura femenina con una capa blanca llena de adornos plateados brillantes, que formaban unas alas de ángel bordadas en su espalda. Su corazón se aceleró sin poder quitar los ojos de ella mientras realizaba estilizados movimientos de baile por el sitio y luego la capa cayó, revelando una figura muy conocida para él. El traje color piel con trazos de plumas blancas y brillos plateados le daba un aspecto angelical precioso a aquella bailarina misteriosa. Ella estaba de espaldas, pero a Aslan no le hizo falta más que eso para reconocer su silueta y aquel castaño cabello crespo que caía rebelde hasta rozar sus caderas.

Emperatriz (Libro I Bilogía Imperios)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora