Capítulo XXVII

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    La vuelta de la reina, como mismo ella había supuesto, no fue nada bien recibida. La cámara de nobles estaba en contra de que fuera restablecida en el trono, y no solo porque hubiese huído, sino también porque Jordania estaba más que decadente por su causa. Llevaban días de discusiones.

    Aslan no había ido para allá con ella por prudencia, ya que debían evitar por todos los medios que los demás estados independientes pensaran que Miranda tenía algún tipo de trato con Perdomia. Y aún así debían descubrir lo que en verdad estaba sucediendo, ella debía de ir a la capital para hacerlo, pero con todo el lío de los nobles en contra de su regreso, aquello se había hecho más que imposible.

    —Se los dije, Hassan, les dije que ellos no me aceptarían de vuelta sin más —le reprochó Miranda, entrando a la sala de reuniones donde se vería una vez más con los nobles, para intentar otra vez que se pusieran de su parte.

    —Alteza, sabíamos que no sería fácil y por eso Aslan me dejó aquí, lleva fuera más de un mes, es normal.

    —No, no es normal —dijo, caminando de un lado a otro bastante nerviosa—, estoy segura de que algo traman, esta reunión de hoy no me da buena espina.

    —Tal vez quieran negociar.

    —Es eso lo que me preocupa. ¿Qué pedirán con tal de dejarme en el trono? No creas que será algo que me deje con todo el poder de mandato, lo dudo mucho.

    Su conversión se vio interrumpida por la llegada de los nobles al salón. Miranda estaba más que agitada y colérica, odiaba esa situación, sabía que ella no tenía el control y estando sola, sin nadie en quien apoyarse de entre los nobles, no sabía si lograría salir airada de esta.

    —Majestad, desde su vuelta llevamos discutiendo sobre su estancia aquí. Dado que ascendió al trono por una petición de su esposo y no por linaje como debería ser —comenzó a decir uno de los nobles y ella pasó saliva, nada bueno iban a pedir— y visto que no ha sido la mejor reina para nuestro pueblo, hemos decidido pedirle que, si quiere seguir en el trono, cumpla con todos los deberes que conlleva esa corona.

    —¿A qué se refiere con eso?

    —Queremos que se case, majestad —respondió otro noble y ella alzó las cejas—, tarde o temprano tendría que volver a hacerlo, el trono necesita un heredero.

    —Aún estoy de luto por mi esposo, no puedo hacer eso.

    —Majestad, en situaciones desesperadas, medidas desesperadas. Una mujer sola es incapaz de gobernar, son muy frágiles y cambiantes, como ya ha demostrado de sobra usted...

    —Mejor cuide como habla de la reina, señor —le rebatió Hassan, no muy contento con lo que pedían y mucho menos con el porqué.

    —Capitán, estos son asuntos concernientes a Jordania, Perdomia no puede intervenir, digo, a menos que ya no seamos un estado independiente.

    Él iba a contestar eso pero Miranda le tiró una mirada de que mejor se lo dejara a ella. —Supongo que tendré que ver a los candidatos, ¿no es así? —preguntó tratando de ganar tiempo.

    —Si acepta, ya hemos visto al candidato perfecto para rey. Es noble y de sangre real.

    Miranda frunció el ceño. —Esperen... No estarán hablando de Sahir, ¿verdad?

    —Sí, hablamos del príncipe Sahir, el único hijo del antiguo rey, quien fue desheredado por motivos no muy claros.

    —¿Por motivos no muy claros? —exclamó exaltada a lo sumo, no podía creer lo que estaban pidiendo— ¡Trató de asesinar a Amra! ¿Qué más quieren que eso?

Emperatriz (Libro I Bilogía Imperios)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora