Capítulo XVII

2.2K 398 75
                                    

    Habían pasado cuatro días desde el accidente y Miranda ya se encontraba algo mejor, las constantes fiebres a causa de las heridas eran cada vez menos y ya incluso podía levantarse y caminar algunos pasos. Samara había ido a verla algunas veces, la chica también estaba golpeada y con su tobillo lastimado, a tal punto que dos hombres eran quienes la traían para que se viesen.

    En ese momento estaba sola y ya era media mañana, quería salir a caminar un poco pero sabía que aún no debía de moverse de la cama, excepto para tomar un baño. Aslan había insistido en que se quedara en sus aposentos, él se había ido a dormir a otra parte. Eso le ponía mal, deseaba recuperarse cuanto antes para salir de ahí con urgencia.

    —Yo entraré primero, luego pasará usted, necesito aclarar esto con ella —escuchó que decían detrás de la puerta y reconoció la voz, era el Aslan.

    —Ya le advertí que no dejaré que le haga nada, así que ni se le ocurra amenazarla, ¿escucha?

    —Señor Nihat, parece que olvida los papeles aquí, yo aún soy el emperador.

    —Solo le advierto, excelencia, no crea que ella está sola, usted me conoce y sabe que tengo suficientes influencias para hacerle pasar un mal rato.

    —Ya le dejé claro que no tengo nada que ver con lo que le sucedió, así que voy a entrar y usted espere aquí, punto —sentenció y Miranda vio como la puerta se abría, dejando ver la figura del emperador.

    Se incorporó un poco sobre la cama mientras le veía entrar. —¿Ese era Nihat? ¿Por qué no le dejó pasar?

     Él no respondió y solo le lanzó el sobre sobre su regazo. Lo miró extrañada y luego a Aslan que tenía una cara de disgusto horrible.

     —¿Por qué le mandaste ese mensaje a tu ministro, Miranda? ¿Acaso en algún momento amenacé tu vida? —le reclamó furioso y ella leyó el mensaje con tranquilidad, imaginándose cuál sería.

    —Este mensaje lo mandé al día siguiente de que descubriera que yo era el "ángel" —dijo tranquila y le miró a los ojos mientras le extendía sobre la cama el sobre de la misiva—. Usted me había dicho que quería volver a verme, y como entenderá, después de nuestras disputas y lo de Tarek, no me esperaba que lo que quisiera fuese acostarse conmigo nada más.

    —¿Sabes el problema que me has causado? Ese hombre está allá afuera...

    —Ese hombre está allá afuera defendiendo a su reina como lo haría cualquiera de sus hombres si le hubiese pasado algo estando en Jordania, es más, segura estoy que de ser el caso, ni siquiera preguntarían y acabarían con mi reino —paró su discurso de indignación sin sentido y dejó de mirarle—. Por favor, si no es mucha molestia, váyase, ya le dije que no deseo verlo y haga pasar a Nihat, yo me encargaré de aclarar este malentendido.

    Aslan estaba furioso, ella era siempre igual. —Solo espero que no le digas lo sucedido entre nosotros —musitó y Miranda le miró mal.

    —No se preocupe, emperador, por lo que a mí respecta, entre usted y yo no ha sucedido nada.

    —Bien. —Salió del lugar furioso. No, nada estaba bien y lo sabía.

    Miranda suspiró y vio entrar a Nihat a la habitación, eso le hizo sonreír, seguro que el pobre había cabalgado solo hasta Perdomia.

    —Dime que estás bien, por favor —le dijo él, sentándose a su lado y tomó sus manos.

    —Me estoy recuperando, Nihat, y espero seguir así, quiero irme de este lugar cuanto antes.

Emperatriz (Libro I Bilogía Imperios)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora