La luz solar inundó poco a poco la habitación a medida que amanecía. Miranda apretó algo los ojos antes de comenzar a abrirlos, recibiendo desorientada el nuevo día. Se removió, dándose la vuelta para quedar de espaldas a la luz y volver a dormir, cuando sintió como alguien le sujetaba y atraía a sí nuevamente. Sus ojos se abrieron de par en par cuando su rostro quedó frente a frente al de Aslan, quien aún dormía profundo con todo su crespo cabello despeinado, y sus labios liegramente abiertos y fruncidos a un lado por culpa de la almohada.
Ella sonrió, la vista le parecía tierna, le recordaba a Miran que también solía dormir de esa misma forma, sin lugar a dudas eran padre e hijo. Llevó su mano a su mejilla, que portaba una ligera capa de barba de tres días y la acarició medio embobada. A su mente vinieron las escenas de la noche anterior y sintió un raro calor llenarla, seguido de un cosquilleo en su estómago. Mordió la parte interna de su labio inferior, aún notaba algo de escozor en su intimidad pero sabía que era normal luego de su primera vez, y eso no ocupaba sus pensamientos, sino un extraño miedo que al parecer había llegado tarde. ¿Y si cuando Aslan despertara ya no la quería? ¿Y si todo se había resumido a eso? ¿Y si se había dado cuenta de que ella no tenía mucho o prácticamente nada para ofrecerle? ¿Y si hacía lo mismo que Amra?
Sus ojos comenzaron a sentirse arenosos ante el pensamiento de que él podía rechazarla, sabía que no era atractiva, que su cuerpo era plano y sin gracia, que él tenía mujeres mejores a su disposición...
Aslan se removió un poco, abriendo los ojos ante la intensa mirada de su acompañante. Ella sintió como si por primera vez en todo ese tiempo viera aquellas hermosas iris azules, tan celestes como el mismo cielo. Su corazón latió fuerte y sintió sus mejillas colorearse, recordando que estaba desnuda, que ambos lo estaban. Se alejó, acto que fue impedido por el brazo de él, que tiró de ella, juntando su espalda a su cuerpo.
—¿A dónde vas? —se quejó, con la voz medio adormilada aún y besó su hombro desnudo—. Creí que dormirías más... ¿Estás bien?
—S-sí —masculló nerviosa—, solo... No estoy acostumbrada a dormir... Así...
Aslan sonrió entendiendo a lo que se refería y acarició su brazo, notando como la tersa piel de su acompañante se erizaba ante su contacto. —Ya te acostumbrarás, ángel —respondió, pero ella se quedó en completo silencio, por lo cual se sintió preocupado—. ¿Sucede algo?
—No.
Su respuesta no le convenció en absoluto, así que la hizo ponerse de frente a él. —Dime qué pasa —insistió—. ¿Te duele alguna parte? ¿Te lastimé? Ayer no me dijiste...
—No es eso —le interrumpió, con la vista baja y le abrazó, colocando su rostro en su pecho. Él se quedó sorprendido pero no puedo decir nada porque ella continuó—. Es que... Tengo miedo... Yo... Yo sé que no soy hermosa y... Tengo miedo de que ahora te canses de mí, que te aburras y...
—Miranda —Aslan le alejó, buscando su rostro para verla a los ojos—, nunca me voy a cansar de ti.
—Pero... Es que yo... Mi cuerpo...
—¿Cuántas veces tengo que decirte lo preciosa que me pareces? —Llevó su mano a su mejilla y comenzó a dejar leves caricias en su piel—. Eres perfecta, ángel, ayer te lo dije y te lo demostré. ¿Por qué dudas ahora?
Ella bajó la vista, con sus ojos cristalizados. —Porque es la verdad, no soy bonita, ni llamativa, mi cuerpo es plano como una tabla...
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Emperatriz (Libro I Bilogía Imperios)
Romance"Que sepa, majestad, que no me postraré ante usted a menos que esté muerta. Las reinas que se arrodillan pierden su corona, y yo no le daré ese gusto" Miranda, reina consorte de Amra de Jordania, fue coronada para sorpresa de todos y se convirtió en...