El pueblo la aclamada, daban voces vitoreando a la nueva emperatriz. La amaban, sin duda alguna se veía entre los súbditos de la capital de Jordania el gran regocijo que sentían al verla al fin coronada como su reina y soberana.
Miranda iba sobre su caballo Ahmed con una enorme sonrisa en el rostro al sentir el apoyo de su pueblo por el cual había luchado tanto. Su difunto esposo nunca se había preocupado por sus súbditos hasta que se casó con ella. Jordania estaba prácticamente en decadencia y era precisamente porque los recursos solo estaban destinados a satisfacer los caprichos de la clase noble que vivía del trabajo del pueblo, quien a su vez moría de hambre y pobreza. Fue difícil conseguir que cada persona de su reino tuviera un nivel humano de derechos, que desde cada niño hasta cada anciano fuera aplicada una ley que les concedía cierta estabilidad económica. No pudo hacer más que eso, por mucho que tratara de evitarlo, la explotación seguiría ya que el mundo no conocía más que eso, la ley del más fuerte.
Aslan estaba rígido, tenso sobre su caballo a unos metros más atrás de Miranda. La amaban, su pueblo la amaba. ¿Acaso era solo él el que odiaba a esa maldita mujer? Era inconcebible, ella le había faltado el respeto, le había deshonrado en frente de toda la corte... Si no fuera por esas leyes que impedían que pudiera ejecutar a los gobernantes de los estados independientes sin una causa justa, la habría decapitado en ese mismo salón el primer día que se conocieron. Pero a Miranda no le duraría mucho esa corona en su cabeza, sin embargo, ya que se había tardado tanto en matarla, primero se encargaría de hacerla besar el suelo que él pisaba.
El recorrido entre las calles de la ciudad terminó un par de horas después y toda la comitiva de la nueva reina se retiró junto a ella para el palacio, no sin antes anunciar que habría un gran banquete al cual podría asistir todo el pueblo de la capital.
Miranda llegó a sus aposentos radiante, orgullosa de lo que había logrado en todos esos años de arduo trabajo. Por más que usara lujosos vestidos y una corona en su cabeza, nunca olvidaba sus raíces, de donde había salido y que ella alguna vez había pertenecido a aquella clase marginada. Nunca olvidaría que ella también había sido explotada sin compasión alguna.
—Mi reina, hay alguien que quiere verla —anunció una de sus doncellas luego de que Miranda ya había tomado un baño y se encontraba frente al tocador, siendo arreglada para la noche.
—¿Es urgente? Porque para eso habrá un baile, sé que todos están ansiosos, pero deben esperar.
—Es el Señor Nihat, majestad.
Miranda se puso en pie casi de forma automática al escuchar ese nombre, espantando a sus doncellas que le estaban arreglando. Pintó una sonrisa aniñada mientras corría hasta la puerta y la abrió ella misma, sin importarle en absoluto el hecho de que estaba en camisón.
El señor de mirada amable y de unos muy bien cuidados y poco aparentes sesenta años pintó una sonrisa paternal al ver la emoción en el rostro de la chica. Ella prácticamente le saltó encima abrazándolo, nadie se sorprendió de ese hecho, ni sus doncellas, ni sus guardias que estaban cuidando su puerta, todos sabían de la buena relación de la nueva Emperatriz y el, posiblemente, noble más rico de todo el estado de Jordania.
—Vaya, me alegra que no te hayas olvidado de mí aún —comentó, con su risa grave haciéndose presente y ella se separó para hacer coincidir sus ojos azules como el cielo con los suyos.
—¿Por qué no me mandaste a decir que vendrías? Podría haberte preparado una bienvenida por todo lo alto, Nihat —le reclamó y él volvió a reír palmeándole la cabeza de forma paternal.
—Ya eres la Emperatriz, eres muy osada, pequeña —le dijo con un deje de tristeza al cual ella correspondió—. Amra estaría orgulloso de verte convertida en esto, de ver como te autoproclamaste Emperatriz, desafiando incluso al emperador.
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Emperatriz (Libro I Bilogía Imperios)
Romance"Que sepa, majestad, que no me postraré ante usted a menos que esté muerta. Las reinas que se arrodillan pierden su corona, y yo no le daré ese gusto" Miranda, reina consorte de Amra de Jordania, fue coronada para sorpresa de todos y se convirtió en...