Capítulo LIV

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    Despuntando los primeros rayos del alba, Aslan estaba en el lugar acordado, con cuatro de sus siete mejores hombres y la mayoría de su ejército a sus espaldas, la otra parte estaba en la ciudad y otros en Jordania. Ese era el segundo día desde que se habían llevado a Miranda y a su hijo delante de sus narices, estaba furioso como jamás en su vida, no podía creer que algo como aquello estuviera pasando. Más traiciones. ¡Más! ¿Es que acaso dentro de ese palacio lo único que sabían hacer era traicionarlo? Cuando Sayreth llegó al día siguiente del secuestro, con su cara tan especial a confirmarle una vez más que Sadegh, su tan odiado enemigo eterno, emperador del imperio más grande luego de Perdomia, tenía a las dos personas que más amaba en el mundo bajo su poder, quiso matarla. No le importaba que fuera su hermana, a punto estuvo de asesinarla ahí mismo por ser tan cínica. Le había visto la cara todo ese tiempo, podía haber sospechado de cualquiera, pero no de ella, y para colmo se atrevía a decir que todo lo hacía porque amaba al imbécil ese.

    Si hubiera podido, hubiera desatado el mismo infierno en la tierra, pero no pudo hacer más que acceder a esta negociación, una que no sabía si saldría bien. Dinero estaba seguro que no pedirían, como mínimo querrían que entregara el trono.

    A lo lejos logró ver y oír al ejército enemigo, notando que más al frente venía su rey con otro individuo que no logró reconocer hasta que estuvo más cerca. Sintió la sangre hervir en sus venas, definitivamente tenía que haber matado al maldito cuando tuvo la oportunidad. Él y los cuatro paladines se acercaron un poco más, hasta que entre ambos solo quedaron unos diez metros, todos estaban sobre caballos. Los ojos azules de Aslan fulminaron al desagradable pelirrojo de cabello corto y prominente barba que tenía en frente, quien portaba una sonrisa en los labios como si ya hubiera ganado, y no le restaba razón, tenía a lo más preciado en el mundo para él en sus manos. Su vista fue a dar a su pequeño hijo que estaba bien amenazado por el otro quien era el segundo en su lista de "Matar Urgentemente", era nada más y nada menos que Tarek.

    —Por tu bien, Sadegh, lo mejor será que dejes ir a mi hijo y a mi mujer en paz —musitó volviendo a mirarle a los ojos—. Te juro que como les hagas algo, no pararé hasta hacer tu reino polvo.

    —No estás en posición de amenazar, Aslan, yo soy quien tiene algo que amas, no tú.

    Él apretó los puños sobre las riendas. —¿Qué quieres a cambio de ellos?

    —Tu reino, cede tu corona a Sayreth que será mi esposa y todos estaremos en paz.

    —Sobre mi cadáver.

    —¿Y sobre los de tu hijo y Miranda? —preguntó Tarek, llamando su atención, dejándole ver la afilada daga que reposaba en el cuello de Miran.

    A Aslan se le rompió el corazón, ya había visto su estado pero no le observó mucho porque sentía que si detallaba más daños en su cuerpo se saldría de sus cabales.

    —Tiene que haber otra forma, si quieres casarte con mi hermana, te la cedo, no tengo problemas. ¿Por qué demonios armar todo esto? —preguntó exaltado—. Hemos estado en paz por décadas. ¿Por qué arruinarlo ahora?

    —Porque desgraciadamente, las tierras que conquistó tu padre eran parte de las mías, eran mis reinos, me pertenecían. ¿Piensas que me quede así sin más? No, solo estaba esperando el momento justo para devolver el golpe.

    Aslan iba a gritarle hasta del mal que iba a morir pero se paró cuando vio un brillo sobre una colina a lo lejos, detrás del ejército de Kansbar. Fueron unos simples segundos pero ese simple hecho era el que les daría la victoria.

    —Si será hijo de... —Respiró y se centró, volviendo a mirar a Sadegh, ya averiguaría cómo demonios se había liberado, en ese momento no importaba—. Nedín, Çeng, vayan de vuelta al reino en cuanto la pelea comience, no quiero dejar cabos sueltos —susurró para que solo ellos le oyeran y miró a su enemigo—. No habrá trato, tendrás que matarme si quieres mi trono.

Emperatriz (Libro I Bilogía Imperios)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora