Capítulo XL

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    —Envía el dinero ahora, tienen que seguir con el plan y apresurar todo lo más posible, ¿comprendes? No podemos dejar que los reyes vengan a la boda y se crean el cuento que les venderá Miranda —dijo Omar, entregándole un cofre lleno de monedas a uno de sus lacayos más fieles.

    —Con respecto a lo otro, mi señor, ya trajimos la mercancía.

    Él sonrió complacido. —Perfecto, la usaremos en otra parte porque Aslan está paranóico, solo revisa el salón de bodas y se ha olvidado de los demás sitios. Encárgate de que todo salga bien y no como la última vez, en esta si quiero a esa mujer muerta.

    El hombre asintió y, tomando el cofre con ayuda de otros dos, se marchó. Omar se fue por el otro lado del pequeño salón, encontrándose justo con Hassan detrás del umbral de la puerta, recostado de la pared.

    —¿Necesitas algo?

    —Aslan quiere verte para no sé qué —musitó molesto, incorporándose—. Te dije que dejaras de conspirar, que pararas con esa maldita secta que tienes.

    —Quien te ve interviniendo tanto diría que de veras te preocupas por Aslan, Hassan.

    —Yo sí me preocupo por él, no soy como tú.

    —¿Ah, no? —Sonrió como si fuera un chiste—. Si te preocupase en lo más mínimo Aslan ya le habrías dicho que yo estoy detrás de todo.

    —No te equivoques, papá, no lo he hecho porque tu avaricia será la que te hará caer y quiero estar ahí para disfrutarlo.

    —Tú también caerás algún día, Hassan —dijo, emprendiendo su camino de ida.

    —Ya yo caí hace mucho, papá —respondió haciéndole detener—. Recuerda que morí hace veintidós años y regresé del infierno solo para que tú no te salieras con la tuya.

    Él sonrió ante la declaración. —Los demonios no mandan cuando Lucifer está en el infierno.

    Omar se marchó, dejando más que molesto a su hijo, odiaba como era, y odiaba más saber que ambos eran iguales. A su padre no le importaba cuánta gente muriera mientras alcanzara sus ambiciones y a Hassan no le importaba mientras lograra su cometido. Caminó rumbo a las caballerizas, sintiendo la horrible necesidad de descargar su rabia, de demostrarle a su padre que jamás le dejaría olvidar; pero no podía, debía contenerse, se había prometido a sí mismo que no haría nada, no esa vez.

    Estaba peinando a su caballo cuando se sorprendió de ver a Samara recostarse de la puerta del establo.

    —¿De paseo, capitán? —preguntó ella con una sonrisa a labios cerrados que él no correspondió.

    —¿Ya dejaste de huir y vienes a pagar tu deuda al fin?

    —Vine porque oí por ahí que tuvo una discusión con su padre... Me dijeron que estaba aquí y quise saber cómo está.

    Hassan desvió la vista y comenzó a peinar la crin del animal. —Veo que te es costumbre lo de escuchar conversaciones ajenas.

    —Claro que no —negó al instante, ruborizada—. No estaba espiando, solo... Solo oí que alguien comentaba que les habían oído discutir hace unos días en la  habitación del gobernador.

    —La relación entre mi padre y yo es complicada, todos lo saben.

    —Entiendo —asintió Samara pensativa—, yo tampoco me llevo bien con mi padre. Siempre está ocupado tratando de ganar más y más dinero, de tener más posición en la corte sin importar nada. —Suspiró, Hassan no había vuelto a mirarla, pero notaba que le escuchaba—. Casó a una de mis hermanas con un príncipe, ¿sabe? Era de Aquémida, uno de los reinos independientes costeros —hizo una pausa como tratando de decir lo siguiente sin explotar—. Ella solo tenía quince cuando lo hizo, era una niña, el hombre pasaba de treinta, le doblaba la edad y para colmo era un mal nacido que la maltrató durante años hasta que fue condenado por alta traición... —Respiró con dificultad, le molestaba mucho ese recuerdo—. Yo era pequeña cuando mi hermana regresó siendo viuda, felizmente viuda, he de decir. Solo tenía diez, pero mi padre tuvo la decencia de prometerme con el príncipe heredero; sin importarle que su pasada hija hubiera sufrido miles de atrocidades por culpa del hermano de ese hombre, que igual doblaba mi edad.

Emperatriz (Libro I Bilogía Imperios)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora