Capítulo 11

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Entramos los dos al asilo, en absoluto silencio, sin dirigirnos la palabra desde anoche. Ella sigue su camino con esa cara de que tiene un palo atorado en el trasero. Yo entro a la sala de descanso, donde acostumbra a estar Rocco. Y bingo. Ahí está, de espaldas a la puerta, con su taza de café. 

- ¿Cuándo será el día que no te encuentre en la sala tomando café? 

- El día que no sea tan dependiente de la cafeína. - me responde. Se da la vuelta para verme y levanta la cejas con sorpresa. 

- ¿Qué? 

- Nada. Es que es extraño verte con una gorra. - dice, aún viéndome de esa forma extraña. 

- Me gusta innovar.

- Según tú aplasta tu cabello. 

- Dormí con el cabello mojado anoche. - me excuso. 

Se le forma una de esa sonrisas divertida de niño. 

- ¿Qué escondes allí abajo? - pregunta extendiendo su mano hacía la gorra, pero yo me hago hacía un costado. 

- Nada, no me toques. 

- Anda, ¿Qué es? 

- ¡Ya te dije! 

- No te creo. - deja su taza sobre la mesada y se acerca a mi. Me voy alejando de él, mientras me persigue, hasta quedar arrinconado en una esquina. Luego de unos segundos de darnos manotazos, logra tirar la gorra hacía el otro lado de la sala. Al verme abre aún más sus ojos. - ¿Qué carajos te sucedió en la frente? Pareciera que se te hundió una parte. 

- Me golpee. - miento. 

- ¿En serio vas a mentirme? 

- No te estoy mintiendo. 

- Bien, hoy también serás el muñeco de practica. - dice haciendo además de irse. 

- No, no, no. - lo detengo, agarrando su brazo. Me observa curioso, pero escondiendo una sonrisa burlona. Suspiro. - Pues, la ultima de mis padres es que el departamento donde vivimos con la galleguita, es de solo una habitación. - abre sus ojos ampliamente. - Si, por lo que nos vimos obligados a compartir cama. 

- No me digas que...

- No estoy acostumbrado a dormir con alguien con quien no hayamos tenido sexo 10 minutos antes, así que anoche, entredormido, puede que le haya acariciado la pierna y el mini Renn estaba despierto, ella se despertó y... bueno, me dio en la frente con el despertador que estaba en la mesita de noche. 

Hace cara de dolor. 

- Creo que te hundió una parte del cráneo, como está hueco. 

- Ja. Tengo una jaqueca que ni te imaginas, no te burles. 

- Te la mereces por pervertido. 

- ¡No sabia que era ella! Créeme, aprecio mi vida y me gustaría conservarla. 

-Pues, ese no es el camino. 

- Intenté disculparme, pero no me deja hablar. No deja de decirme pervertido. 

- Razón lleva...

- ¿¡Y tú de que lado estás!? 

- Del que no toca a una chica sin consentimiento. 

- ¡Qué estaba dormido! 

- Pues, conozco a alguien que no. - dice. Revoleo los ojos. 

- ¡Fue una accidente! 

- ¿Realmente lo fue? 

- ¡Qué si! No la tocaría ni con un palo. 

- Eso me deja más tranquila. - dice ella con sarcasmo, entrando. 

Atrapado Contigo (Mafia Marshall II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora