Capítulo 66

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Natalie

Carajo. Mierda. Diablos. 

No se que otras palabras usar para describirlo. 

Lo que sentí que al oírlo hablar con esa convicción. Al verlo con esa mirada firme y fría. Al ver ese largo corte que le atravesaba un lado del rostro, por encima de sus ojos color hielo, y la sangre corrida manchando su piel blanca de rojo. 

Mi piel se erizo cuando todos los miembros del clan comenzaron a vitorear a unísono "Lobo, lobo, lobo..."

Ah sido tan asombroso. Si que ha logrado maravillarme. 

Estoy afuera del asilo, fumando, esperando por Clover y Evan. Veo salir a Renn, quien lleva una venda en su herida. Me sonríe mientras tiene el cigarrillo entre sus labios. Se pone a mi lado, también apoyándose en la pared y lo enciende, para luego darle una calada. Se quita la venda y la tira. 

- Creo que no deberías hacer eso... 

- Te olvidas que hago lo que quiero, Natinat. 

- Cierto. 

Se pone de costado y me mira. Giro mi cabeza para observarlo mejor. 

- ¿Estás ocupada? - me pregunta. 

- ¿A las 3 de la mañana? 

- Es sábado, después de todo. 

- Domingo en realidad. 

- No importa, responde a mi pregunta, ¿Estás ocupada o no?

- No. 

- ¿Me acompañas a un lugar? 

Lo observo pensativa por unos segundos. - Está bien...

- Genial, vamos. - se separa de la pared y comienza a caminar. Me quedo mirándolo. Él se gira. - ¿Vienes? 

No le respondo, tan solo camino hasta quedar a su lado. Me dedica una leve sonrisa y seguimos caminando. 

Luego de unos 20 minutos de andar en silencio, se detiene cuando llegamos a ese estudio de tatuajes que está abierto 24 horas, donde nos lo hicimos aquella noche los seis. 

- ¿Aquí querías venir? - le pregunto antes de entrar. 

- Si. 

- ¿Se trata de una nueva especie de tradición? 

- No se si le diría tradición. 

- ¿Y que sino? 

- Cada vez que quito una vida, tengo un tatuaje. - me responde serio. Puedo distinguir algo de dolor en su mirada. Es una mirada diferente. Diferente a la del chico que conocí de casi toda mi vida. Aún así, por más que me es extraña, de alguna forma me es familiar. - Son unos minutos de... 

- ¿Dolor? - digo, ya que él queda callado. Asiente levemente. - Supongo que es una alternativa bastante... sana. 

- ¿Sana? - pregunta con una leve risa. 

- Comparada con las otras opciones. 

- ¿Cómo hacerme daño? 

- Si, supongo...

- Se que es un tontería, pero es lo que a mi retorcida cabeza en parte le hará sentir... ¿mejor? 

- No tienes que explicármelo, te acompañare igual. 

- Por eso quería venir contigo... 

Quedamos con nuestras miradas fijas en el otro. 

- Anda, entremos. - digo.  

Atrapado Contigo (Mafia Marshall II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora