Capítulo 3

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Narra Jace

No, no, no. Hay como cincuenta mesas, ¿por qué esa mujer tenía que sentarse en esa? No sabía en qué otro lugar atendía, afuera también atendía la chica rubia, adentro también atendía ella y otra chica más que parecía de su misma edad.

Llegué un poco tarde, así que, aunque no quiera admitirlo, la culpa fue mía.

Dejando que mi instinto actuara, entré adentro, tenía un lindo decorado, nunca había entrado. Desde el primer día que vine me senté afuera y como ví que esa hermosa chica atendía ahí empecé a venir casa vez más seguido, hasta que terminé viniendo todos los días.

Mirando el lugar me choqué con alguien. Miré esperando que sea como una película romántica y que sea ella, pero no, era la chica que nunca me atendió.

-Lo siento- le dije y ella solo me miraba sorprendida.

Asintió y siguió su camino. Seguí mirando el lugar hasta que mi mirada encontró la de ella.

Me acerque al mostrador, ella hizo lo mismo y sonrió. Basta, no hagas eso.

-Me lo llevo- le dije, ¿por qué otra razón entraría adentro y me acercaría? Solo salió.

Ella asintió algo confundida y se puso hacer el café en la máquina.

Agarró un vaso de abajo del mostrador y una tapa. Miró hacia afuera y se rió.

-¿Te robaron el lugar?- me preguntó aún riéndose.

-Algo asi- le respondí de la misma manera- Llegué un poco más tarde.

Agarró otro vaso y tomo de el.

-¿Qué tomas? No es justo que tú sepas lo mío y yo no.

-Capuchino- me contestó sonriendo.

Una vez que mi café estuvo listo, lo volcó en el vaso y le puso la tapa. Puse el dinero en la mesa y agarré el vaso.

-Gracias- dije y le guiñé un ojo.

Ella sonrió y me fui de la cafetería.

Capuchino... Para no saber su nombre, es lindo para identificarla.

Narra Harper

En el momento que entró a la cafetería mi corazón se detuvo, al menos pude hablarle un poco más que de costumbre, además de que guiñó un ojo, no morí de casualidad.

Cuando él se fue, Félix entró por la puerta sacándose los anteojos de sol.

Se acercó al mostrador y Amy pasó corriendo a su lado con su mochila en hombro.

-Hola, Félix. Adiós, Félix.

Salió por la puerta mientras él la seguía con la mirada.

-Cada vez que vengo no está o se está yendo, ¿le estoy regalando dinero?

-Porque solo vienes los miércoles, ella está aquí dos horas en la mañana y tres en la tarde- contesté- Tiene que ir a la universidad.

-No entiendo cómo maneja sus horarios.

-Nadie la entiende- respondimos Hannah y yo al unísono.

-Resumen de la semana- nos dijo.

-Estuvo viniendo mucha gente, Harper solo llegó una vez tarde, nada se quemó en la cocina y ningún cliente desconforme- contestó mi amiga.

-¡Genial!- exclamó- ¿Qué hay de vanilla machiatto? Sigue viniendo, ¿no?

Rebolié los ojos. Si, Félix sabía, después de verlo dos semanas de corrido aquí Hannah le contó todo.

-Si, sigue viniendo- respondió ella.

-¿Por qué te importa tanto?- pregunté.

-Porque es un cliente regular y ni siquiera lo conozco, pero desde que viene he visto mucha más gente, más que nada chicas- explicó serio- Además, viene por ti, tengo que saber si te tengo que despedir. Con todas las llegadas tarde que tienes ya no tendrías trabajo- agregó divertido y le golpié el hombro- Bueno, me voy- se puso los anteojos y fue hasta la puerta- Hasta el viernes, Harper.

Todos los viernes tenía teatro, una de las dos razones para seguir trabajando aquí.

Mi café favorito es el de tus ojos ☕ (Jace Norman y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora