MICHELLE
Ya es domingo y James y yo llevamos toda la tarde encerrados en el cuarto, cada uno con los suyo. Él lleva desde que terminamos de comer leyendo los juegos del hambre, libro el cual a pillado de mi estantería. Por lo contrario, yo llevo un buen rato editando unas fotos que encontré en mi ordenador y que pienso imprimir para colocarlas junto a las que me regaló Roy. Es hora de que deje de estar tan vacía esta pared.
– No entiendo como os puede gustar Peeta, prefiero mil veces a Gale. – contesta reincorporándose y quedando sentado en la cama.
– Una razón más por la que no podemos llevarnos bien – susurro encarando una ceja sin quitarle la vista a mi ordenador.
– ¿Cómo? – me pregunta cerrando el libro. Doy gracias a que no me ha escuchado.
– Nada olvídalo – niego con la cabeza.
– Como quieras – se queda en silencio – oye, ¿te apetece ir al cine? – pregunta llevándose la mano a la nuca. Se le nota algo inquieto. – no sé, lo digo porque estoy un poco aburrido.
No me esperaba esto la verdad, y menos verlo inquieto después de una pregunta tan sencilla, pero no es el único que se aburre. Editar esta bien, pero para un rato. Por un momento sopeso mis ideas de que hacer lo que queda de tarde si paso de ir con él.
– Vale, total no tengo nada mejor que hacer – acepto retirando el ordenador de mis piernas y levantándome de la cama.
– Vaya, un "si gracias por la idea" me hubiera bastado – noto cierto sarcasmo, a lo que contesto con una sonrisa sarcástica. – va, vamos a vestirnos.
Me cambio en el cuarto mientras él decide meterse en el baño y opto por unos vaqueros negros, con una camiseta básica blanca y unas vans negras. Porque si señores, no solo tengo converses.
James no tarda en salir del baño mientras yo me estoy deshaciendo el moño que llevaba. Lo repaso de arriba abajo, él va vestido con un vaquero azul y una sudadera roja además del pelo revuelto que dudo que en algún momento se peine.
Lo rodeo y entro esta vez yo al baño para arreglarme el pelo. Al llevarlo con un moño las puntas de mi cabello ahora quedan con una ondulación más notoria. Por último, aplico un poco de rímel en mis pestañas y me hecho colonia. En cuanto salgo del baño James esta sentado en su cama mirando el móvil, hasta que se da cuenta de que estoy lista y me da un repaso de arriba debajo de la forma más descarada que se pueda. Comienzo a carraspear la garganta un poco cuando se queda embelesado en mis labios.
– ¿Qué? – le pregunto levantando las manos.
– Tengo que recordarte que tú también lo has hecho eso de mirarme de arriba abajo. – se acerca acortando la distancia y me lo dice susurrando al oído, después me rodea para coger su chaqueta.
Se me eriza la piel en el mínimo contacto de sus labios en mi oído. Detesto que mi cuerpo reaccione de esta forma con él, con un mínimo contacto suyo.
– Eres estúpido – espeto cogiendo yo mi chaqueta y saliendo del cuarto con el detrás.
Cierro con llave mi cuarto y cuando comenzamos a avanzar por el pasillo comienzan a escucharse gritos en el cuarto de al lado, de nuevo. Si se llevan mal porque siguen juntas. Me paro frente a su puerta y pega un punta pie seguido de un golpe con el puño.
– Aquí vive más gente, dejar de joder ya – les grito al otro lado de la puerta.
– Si tienes carácter – espeta James riéndose a carcajadas por mi reacción.
Puede reírse lo que quiera, pero he conseguido que se callen al menos por diez minutos, más de una me agradecerá esto. Salimos de la residencia y caminamos hacia el coche. Me giro un momento y encuentro que va andando unos pasos por detrás con las manos en los bolsillos de sus pantalones y que a cada chica que pasa le regala una sonrisa, después esta se la devuelve y le llega la baba hasta el suelo. Supongo que es el precio de caminar junto a un chico malo.
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Heridas
Romantik¿Cuánto tiempo se supone que tardas en cerrar una herida?, ¿meses, años...?, esa pregunta ronda la cabeza de Michelle todas las noches. Todavia no hay respuesta claro. Ella tiene 18 años y este, va a ser su primer curso en la universidad. ¿Su plan...