Capítulo 30

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MICHELLE

– Va Michelle, sal ya que me estoy meando. – Roy aporrea la puerta de mi baño y por debajo de la puerta veo la sombra de sus pies mientras esta dando saltitos.

– Ya voy Roy estoy terminando – lo aviso mientras me envuelvo con la toalla todo el cuerpo y seco un poco mi pelo.

– No creo que aguante mucho más. Me esta saliendo la gotilla, que hecho la puerta abajo... – hace una pausa – por dios santo vendito, sal de una puta vez.

Abro la puerta con una mano sujetando la toalla y la otra el picaporte. Tengo que apartarme rápidamente cuando Roy casi me atropella al pasar por delante. Entorno la puerta dejándolo atrás y voy directa a vestirme.

Por la mañana Roy y yo fuimos con los skates a dar una vuelta y por un momento me sentí como si volviera a tener catorce años. La tarde la pasamos viendo películas de marvel, pero antes tuvimos una pelea de cosquillas cuando lo pique demasiado. Después decidimos ir con mi madre a central y tumbarnos en el césped para jugar a las cartas. Confirme que soy nula para las cartas, mi madre ganó todas las partidas.

– ¿Por qué no has ido al de abajo? – le pregunto subiéndome el pantalón del pijama.

– Porque estaba tu madre. – me aclara – Dios ahora si que me he quedado a gusto.

Él ya tiene el pijama puesto cuando se tira sobre la cama palmeando el colchón para que me siente a su lado.

Cierro el armario y termino de secarme el pelo húmedo, de la ducha. Me he quedado como nueva después de ella. No pensé que hoy fuera un día tan movido. Por la mañana Roy y yo fuimos a dar una vuelta con los skates, y por unos instantes sentí volver a tener catorce años. Luego por la tarde estuvimos viendo películas de marvel y ya cuando oscureció un poco mi madre tuvo la idea de ir a Central.

Allí nos tumbamos en el césped con una manta y nos pusimos a jugar a las cartas. Algo que mi madre y yo recordamos es lo pésima jugadora que era yo y lo buena que era ella. Yo tan solo gane una partida y fue porque Roy me vio tan frustrada que me dejo ganar. ¿Cómo lo se? Bueno, primero es que no sabe disimular y segundo lo vi como se guardaba una carta en la manga de su sudadera.

Palmea de nuevo el lado derecho de la cama. Se que es lo que quiere ahora mismo, hablar. Pero yo no estoy por la labor, y estoy muy cansada.

– Buenas noches Roy – me tapo con la colcha hasta casi los ojos y apago la pequeña lamparita que ilumina el cuarto.

– Como que buenas noches – desde el otro lado da la luz del cuarto. – Tú y yo tenemos que hablar.

Mi madre ya hace un rato que se ha ido al trabajar, por eso estamos solos en mi cuarto y esta situación me recuerda a las noches en las que tenia que quedarme a dormir a su casa o él en la mía. A los pies de mi cama hemos tirado un colchón para que duerma Roy, pero ahora esta estirado en mi cama.

– No quiero hablar – vuelvo a apagar la luz y me tapo hasta la cabeza.

No se va a cansar hasta que hablemos, lo conozco demasiado.

– Oh, pajarillo si vamos a hablar tienes que contarme demasiadas cosas – enciende una segunda vez la luz y tira de la colcha.

– Vale, ¿de que quieres hablar? – es una pregunta tonta lo sé, pero no puedo evitar preguntarla para ver si desvío un poco la atención.

Me cruzo de piernas enfrente de él en su misma posición.

– Que tal si empezamos por que me expliques que pasa entre James y tú. – su expresión en el rostro es de emoción, de estar esperando un súper cotilleo. El problema es que no hay ninguno.

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