MICHELLE
– ¿Falta mucho? – les pregunto parando en mitad de la cuesta y llevándome las manos a la cintura. Creo que no siento las piernas.
– Cinco minutos, supongo. – chilla Emily que va liderando el grupo. No entiendo de donde saca tanta fuerza por la mañana.
– Como que supones – me indigno ante su respuesta frunciendo el ceño.
Vuelvo otra vez a caminar intentando pillarles el ritmo, pero me es imposible.
Hoy los chicos han sido quienes han organizado el plan de la mañana y su idea a sido cocinar unas hamburguesas con patatas, meter la bebida en una nevera de playa y subir hasta unos merenderos que por lo que he podido observar están perdidos de la mano de dios.
Puedo aseguraros con total certeza que llevamos una hora andando y exijo que me digan lo que realmente queda para llegar porque si no, juro sentarme aquí mismo, en medio de la cuesta arriba y comerme mi hamburguesa con patatas y disfrutar de mi refresco, aquí y ahora.
– Vale, creo que hemos llegado – chilla para que hasta yo que voy al final del todo pisándole los talones a Alice pueda escucharlo.
– Ya pueden valer la pena las vistas y estar buenas las hamburguesas que habéis cocinado, porque si no tendréis que bajarme entre todos – acelero el paso hasta colarme en el medio de todos y los aviso dejando clara mi amenaza.
– Menos mal que tu corrías diez quilometros todas las mañanas – inquiere James en un tono sarcástico.
– West me pasas el agua porfis – le pido ignorándolo.
Tomo un trago no demasiado largo y cuando mi garganta esta refrescada no me lo pienso dos veces. Inclino a botella y termino de vaciarla justo encima de la cabeza de James, viendo como le empapa toda la sudadera.
– Tranquilo, no hace demasiado frío como para que te resfríes – le digo cortante terminando con una sonrisa triunfal mientras tapo la botella y se la ofrezco de nuevo a West, quien me mirado sorprendido.
Tomo asiento en uno de los merenderos entre Thomas y Nate los cuales se están descojonando a carcajada limpia mientras siento como los ojos de James se clavan en mi rostro y siento un escalofrió. Pero luego lo veo como frustrado se pasa la mano por el cabello para retirar las gotas que le caen por la sien y se me pasa, mientras me rio con los chicos. Principito, las ironías conmigo no.
Alice y Nate se encargan de repartir las hamburguesas y los refrescos porque algunas de ellas van con queso y otras no. Cada uno nos la hemos puesto a nuestro gusto, después de que los chicos terminaran de hacerlas en la pequeña barbacoa de fuera.
– He pensado... – hago una breve pausa mojándome los labios con mi Coca-Cola – que esta noche podríamos salir de nuevo a ver las estrellas. Estuvo bien la otra noche.
– Me parece un buen plan, pero antes mi querido hermanito – lo mira fulminándolo – tendrá que aprender a diferenciar entre una estrella fugaz y un avión, además de repasar algunas constelaciones, porque hijo de mi vida no dabas ni una. – termina por acusarlo mientras le da un codazo y este se queja.
Cualquiera reconocería que son hermanos.
Después de comer y de quedarnos un rato charlando recogemos todos los papeles y las latas de refresco y cervezas, para tirarlos en una bolsa que nos llevamos para tirarla en los contenedores cerca de la cabaña.
Al final las vistas si han merecido la pena y todo porque cuando hemos llegado absolutamente todos los merenderos estaban libres y hemos decidido sentarnos en el más cercano al mirador, donde a nuestros pies teníamos un acantilado repleto de arboles debajo del todo con unas copas altas y preciosas. Aquello era un valle digno de fotografiar y para ello había decidido sacar mi nueva cámara a pasear.
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Heridas
Roman d'amour¿Cuánto tiempo se supone que tardas en cerrar una herida?, ¿meses, años...?, esa pregunta ronda la cabeza de Michelle todas las noches. Todavia no hay respuesta claro. Ella tiene 18 años y este, va a ser su primer curso en la universidad. ¿Su plan...