MICHELLE
La tensión en el aula se puede cortar con un cuchillo. Todos estamos deseando de terminar el examen y largarnos a comer, porque son las dos y llevamos ya casi una hora y cuarto sentados frente al examen de tipo desarrollo.
En cuanto la señorita Margaret ha entregado el examen, yo lo he leído de arriba abajo, pero con la primera pregunta he tenido unas ganas enormes de tirarme por la ventana. Mi mente se ha quedado en blanco, no me acordaba de nada, hasta que poco a poco me han venido a la cabeza todos los apartados que memorice.
Termino de escribir las últimas diez palabras, y mientras muevo un poco la mano cansada de tanto escribir repaso las últimas cuestiones, tapo el boli y esperando a que pasen los cinco minutos restantes para entregar el examen, me quedo embobada con la ventana. Hoy hace especialmente frio, pero sin embargo el sol ha salido. En general se esta bastante bien en la calle.
Una vez entrego el examen saco los formularios de las prácticas y me acerco a la señorita Margaret para entregárselos.
– Señorita Smith, ¿necesita algo? – me pregunta con una sonrisa en su rostro. Una que por cierto nunca se le borra.
– Quería entregarle los formularios para las prácticas. – se los entrego con una grapa en la esquina izquierda.
– En ese caso será un placer tenerla en mis prácticas. Una cosa que debo avisarla antes, porque hay mucha gente que se asusta un poco, es que a ellas asisten todos los alumnos. Desde primer grado a último, pero las prácticas son asequibles para todos. – me explica guardando los formularios y los exámenes en su carpeta.
– De acuerdo señorita Margaret.
– Aquí tienes los horarios, en principio son dos tardes a la semana.
– Muchas gracias – le contesto guardándome el horario.
Me despido de mi profesora y salgo a paso rápida del aula directa a mi cuarto para poder comer. Hoy no he desayunado y muero de hambre.
Con los apuntes en la mano repaso mientras voy directa al cuarto, los apartados que ha preguntado y asegurándome de que las respuestas son las correctas. Cuando alguien se abalanza sobre mi por detrás, tomándome de los hombros.
– Y bien ¿Qué tal? – es Emily quien esta frente a mi. Sin mochila y con una sonrisa enorme. Va vestida con unos vaqueros negros una sudadera blanca junto un pequeño bolso también blanco. Se va algún lado lo se.
Intento hacerme un poco la interesante. Agacho la cabeza, poniendo morritos de cachorrito triste, pero como no se mentir enseguida la levanto junto una sonrisa de máxima alegría.
– ¡Me ha salido genial! – uno sus palmas con las mías y pego un pequeño bote de alegría. Lo he bordado y ahora es momento de decir que de algo valían mis tardes en la biblioteca y los tres cafés para aguantar.
– ¡AAAHH! lo sabia, sabia que lo bordarías. – me felicita con tal entusiasmos que nos ponemos las dos a saltar en medio de la entrada al edificio.
La señorita Margaret sale con su carpeta en mano su bolso colgado al hombro y sus gafas en el principio de la nariz. Nos regala una mirada demasiado seria a lo que Emily y yo reaccionamos separándonos y pareciendo personas normales conversando. En cuanto se va volvemos a saltar y a reír.
– Escúchame, se que va sonar raro, pero... – hace una pausa – cuando comienza el curso y a uno de nosotros nos sale de maravillas el primer examen, lo invitamos a comer. – me explica de lo más entusiasmada – Y esto lo hace mucho mejor porque eres de primero, lo cual es tu primer examen de la universidad, así que vámonos que nos están esperando.
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Heridas
Любовные романы¿Cuánto tiempo se supone que tardas en cerrar una herida?, ¿meses, años...?, esa pregunta ronda la cabeza de Michelle todas las noches. Todavia no hay respuesta claro. Ella tiene 18 años y este, va a ser su primer curso en la universidad. ¿Su plan...