Capítulo 3

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MICHELLE

– Te voy a echar mucho de menos – mi madre me rodeó con los brazos y me estrecho contra ella lo más fuerte que pudo. – y recuerda espero una llamada tuya en medio de una fiesta y borracha quiero decir ten cuidado, pero aprovecha tus años universitarios. Y bueno, ya sabes cuéntame todo sobre los chicos que conozcas – terminó con su discurso enfatizando la palabra chico. No pude reprimir una sonrisa.

– Mamaaa – le espete poniendo los ojos en blanco. Le devolví el abrazo y el pensamiento de subirme de nuevo al coche para volver de nuevo a mi casa.

– Vale, vale diviértete mucho y llámame cuando necesites a una amiga – se separo por fin de mi, colocando sus manos en mis hombros y antes de volver al coche se despidió dándome un beso en la mejilla.

Vi como se aleja de camino al coche mientras yo me quedaba allí plantada en la acera con los nervios a flor de piel.

– Nunca creí que este día llegará, ya sabes dejarte a ti a las puertas de tu residencia – comento Roy soltando un suspiro – bueno el año pasado me ayudaste a mi con todo esto – se paso su mano por el pelo y se lo revolvió. Esta igual de nervioso que yo, lo sabia.

No digo absolutamente solo me abalanco sobre él y lo abrazo una vez más. Paso mis manos por detrás de su cuello y me levanto de puntillas para alcanzarlo un poco en altura.

– Podemos hablar todos los días, por favor – me separo de él y me pierdo en sus perfectos y azules ojos que me miraban mientras echa su cabeza hacía atrás y ríe.

– Deja de ser tan dramática es solo la universidad pajarillo – contesto entre carcajadas. – llámame cuando quieras, pero nada de interrumpir mis horas de sueño – me amenaza levantando las cejas y poniéndose en una postura algo sería. Me hizo sonreír, como lo hace siempre.

– Prometo divertirme – hago una pausa – o por lo menos lo intentaré – espeto bajando mis brazos hacia mi costado.

– Aquí tienes – me entrega las llaves de mi coche y se despide llevándose dos dedos a la sien y luego hacia arriba. Típico saludo de soldados – te quiero – me grita entrando en el coche.

Voy a echarle mucho de menos ahora que estamos los dos en la universidad. El año pasado los fines de semana siempre buscaba tiempo para ir hasta su campus y pasar un rato juntos. Pero sobre todo necesitaré de su confianza y seguridad para pasar el primer curso aquí, tal vez si sea dramática.

– Y yo – le grito – nos os matéis de vuelta, por favor. – les pido en cuanto veo como salen de la calle. Me rio al pensar en como será su trayecto de vuelta a casa después de como han acabado por una simple estantería.

Una vez allí parada en la acera viendo como el coche desaparece se podría decir que ahora si que me he quedado sola. Me quedo un momento observando la enorme entrada hacía uno de los edificios de clases. Un montón de estudiantes están allí plantados con sus mochilas y formando grupos mientras se ríen. Vuelvo de mi ensimismamiento y recuerdo las llaves que tengo en la mano, así que decido subirme al coche y llevarlo hasta mi plaza del aparcamiento que hay detrás de mi residencia. Di unas cuantas vueltas por la misma calle hasta que al fin encontré el pequeño desvió hacia el aparcamiento y cuando llegué me tomé mi tiempo para buscar el B19. Al fin lo encontré. Me bajo del coche y antes de volverme a mi cuarto voy directa al maletero para comprobar que no me he dejado ninguna caja u otra cosa.

Paso la mano por la parte trasera buscando el huevo del maletero cuando escucho el clic y se abre. Mis ojos también lo hacen al ver que es lo que hay dentro. Queda una caja en la que en la etiqueta nombra que son mis libros de texto los cuales se me habían olvidado completamente y es lo más importante que necesito, pero encima de la caja hay una sudadera gris que no tardo en saber de quien es. De Roy por su puesto. La ha dejado aquí sin que yo me diera cuenta, pero no recuerdo el momento en que pudo quedarse solo como para hacerlo.

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