Capítulo 41

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MICHELLE

Tan solo llevamos media hora en el coche y aun nos queda medio recorrido, pero es que estoy yendo más despacio de lo normal. Desde que hemos salido ninguno de los dos hemos dicho nada, tampoco lo hemos intentado, simplemente se ha instalado un silencio algo incomodo en el coche.

Lo único que consigue distraerme un poco, es la fina voz de James Arthur que se escucha por la radio. El ambiente es algo tenso y aparte de la música y la atención que le pongo a la carretera no he podido evitar desviar la vista, mucho más de lo que me gustaría admitir hacia James.

No se ha movido ni un milímetro desde que hemos subido, se nota que retiene el aire en el pecho soltando el justo y necesario mientras le presta suma atención al frente. Sus manos descansan en su regazo mientras no deja de jugar con sus dedos rascándose los padrastros hasta hacerse heridas.

– Vamos hacer una parada ¿vale? – lo informo mientras lo miro y tomo un desvío que nos llevara a una gasolinera.

No me devuelve la mirada, ni siquiera obtengo una respuesta ni ninguna señal de que me haya escuchado.

Continuo por el desvío llegando a una rotonda hasta al final encontrando la entrada de la gasolinera. Aparco a un lado donde le da la sombra al coche y le quito el contacto. James sigue sin decir ni hacer nada mientras que yo con mis manos en el regazo y jugueteando con el llavero desvío la mirada al mando de control comprobando que nos quede gasolina. Entero, esta a más de la mitad.

Desde que nos conocimos, nos hemos sumido en mucho tipos de silencios. De esos que llenan el ambiente con palabras que no hacen falta pronunciar, con miradas que hablan más que poemas recitados. Silencios que transmiten seguridad, comodidad, a veces incluso algo de melancolía pero que en el momento era necesaria.

Pero este silencio, simplemente es vacío, no transmite nada. De todas formas, me siento incomoda, y enfadada conmigo misma por haberlo forzado hasta esta situación, tal vez debería haberlo dejado en paz. Estoy dispuesta a romper el silencio cuando él lo hace antes.

– Necesito unos segundos – inquiere casi en un susurro y con la voz entrecortada.

Me quedo helada ante su tono y frialdad. Cierra la puerta de un golpe y me sobresalto un poco cuando quedo con las palabras en la boca. Dejo caer mi sien en el volante, mientras me golpeo mentalmente y termino por engrandecer mi enfado conmigo misma respiro hondo.

No se muy bien que hacer o que decir ahora, siempre es él quien tiene las palabras adecuadas para estos momentos, para mi y por ello necesito buscar la manera de ayudarlo. Ahora es mi turno.

Me quedo unos segundos más en mi sitio quieta mientras respiro hondo y busco las palabras en mi cabeza, porque esta situación terminará por matarme. Salgo del coche cerrando con cuidado la puerta contrarrestando su fuerza de antes con la mía y me acerco con cuidado hasta donde esta. Sigo sin tener claro que decir, por eso me mantengo a unos centímetros detrás de él hasta que opto por dejar las palabras a un lado y actuar.

Paso mis manos por detrás de su cintura para juntarlas a la altura de su abdomen, y apoyo la cabeza en su omoplato hasta donde mi altura llega. Respiro hondo y dejo de pensar, de comerme la cabeza buscando las palabras oportunas, porque a veces el silencio es necesario para llenar los huecos. Nos quedamos así unos minutos.

– No debería haberte hecho caso – repongo contra su espalda – debería haberte dejado en la fraternidad y decidir ir más lento. – hago una pausa y añado – Lo siento mucho.

Después de todo ya no espero que me responda ni que haga nada, parece que desde que subió al coche opto por evitarme o ignorarme. Pero esta vez no lo hace. Él se gira buscando con sus manos mi rostro que ha decidido no querer mirarlo.

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