MICHELLE
– El bufet esta jodido, está muy jodido – chilló mi padre.
– No puedes venir de esa forma aquí a casa pegando esas voces. – repuso mi madre.
La discusión entre mis padres cada vez iba subiendo más de tono hasta que comenzaron a gritarse como siempre. La música de mis cascos ya estaba demasiado alta y aun así seguía pudiendo escucharlos. Me levanté de la cama frotándome los ojos por el sueño y bajé las escaleras con sumo cuidado para que ellos no me escucharan. Solo quería saber el motivo de la discusión esta vez.
– Y que, el bufet vaya mal crees que te da derecho a venir aquí borracho y gritando – le espeto mi madre poniendo las manos en jarran en sus caderas. – que crees que pensará tu hija si bajara y te encontrará así.
– A mi... me... da igual – dijo poco a poco por el efecto del alcohol. Mi padre iba ebrio y eso enfadada muchísimo a mi madre.
– Pues a mi no – sentencio ella quitándole la botella de wiski de la mano y tirándola por el desagüe del fregadero.
– ¡Porque mierdas has hecho eso!
No veía muy bien desde el escalón en el que estaba sentada por eso decidí bajar dos más, pero fue una mala decisión.
– ¿Michelle? – mi madre y mi padre se giraron los dos a la vez y a mi se me corto el aire de repente, sentía que me ahoga.
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– Michelle... ¡MICHELLE! – en cuanto abro los ojos unas manos grandes están sujetándome por los hombros moviéndome ligeramente para que despierte.
Me siento rápida en la cama y miro alrededor para asegurarme de que nada era real y que solo estaba soñando de nuevo. De repente me topo con sus ojos grandes y verdes puestos con atención y sobre mi.
– ¿Estás bi...
Antes de que pueda terminar me abalanzo sobre él, rodeándole el cuello con mis delgados brazos y colocando mi cara en el hueco entre el hombro y el cuello. – Solo era una pesadilla, nada era real – me lo repito mentalmente. Lo pillo desprevenido cuando me abalanzo, pero de todas formas me devuelve el abrazo, colocando las manos en mi espalda. Estoy a salvo.
– Tan solo era una pesadilla – me consuela sin soltarme.
Pasan segundos los que para mí son minutos y me despejo de él como si quemará. Salto de la cama y busco mis llaves. Lo que necesito ahora es un poco de aire.
– Espera, ¿a dónde vas? – pregunta poniéndose en pie con una mueca de curiosidad mientras me toma por el brazo antes de que pueda salir.
– Necesito salir, por favor – contesto casi suplicando y sin mirarlo a la cara, simplemente porque no puedo, y porque dudo de mi capacidad para retener las lágrimas.
– A fuera está lloviendo y hace frio no creo...
De nuevo lo dejo con la palabra en la boca. Salgo del edificio sin un rumbo exacto simplemente me pongo andar. Tenía razón esta lloviendo demasiado y corre un aire frio, me llevo los brazos al pecho, pero no dejo de andar.
Lo que siento ahora es una presión en el pecho que duele y hace que me falte el aire. Llevaba tres semanas sin ninguna pesadilla, porque había comenzado a saber controlarlas. Al parecer esta noche no he podido y me da rabia que justo hubiera estado ahí él para presenciar todo, porque ahora hará más preguntas y tendré que volver a revivir aquello que con tanta fuerza intento olvidar.
No me doy cuenta hasta después de un rato, cuando un sabor algo salado toca mis labios. Las gotas de lluvia que corren por mi rostro se mezclan con las lágrimas que brotan sin control de mis ojos.
Para cuando llego de vuelta al cuarto estoy empapada y temblando, pero me sorprendo cuando no encuentro a James por ningún lado. Seguro que se ha dado cuenta de que estoy loca y ha ido a buscar a Emily para que vuelva.
Me vuelvo, para sentarme en la repisa frente a la ventana y me hago un ovillo, llevando mis piernas al pecho y rodeándolas con mis brazos, helados por el frío. En este momento rompo a llorar con ganas. Todas las lágrimas que he intentado retener salen. La presión del pecho se hace más notoria y comienzo a hiperventilar. Estoy teniendo un ataque de ansiedad y Roy no está aquí para ayudarme.
Intento tomar aire expiro y exhalo con calma, pero el dolor no cesa, y son estos momentos donde me pregunto si algún día conseguiré olvidarlo todo. Parece que ese día no va a llegar pronto.
Sigo en la misma postura con la camiseta empapada y temblando, cuando noto como alguien me envuelve con una manta. James hace que cambie de postura y estiro mis piernas hasta que mis pies tocan el suelo, mientras que él se coloca frente a mi. Intento llevarme las palmas a los ojos para limpiarme las lágrimas y lo veo. Esta igual de empapado o más que yo, con el pelo revuelto y con gotas que ruedan por su rostro.
– ¿A dónde habías ido? He salido a buscarte, pero... - me pregunta acercándose un poco más y pasándome las manos por la espalda.
– Necesitaba calmarme – contesto tímidamente.
– ¿Calmarte?, ¿pero de que? – pregunta de nuevo entre cerrando los ojos por no entender nada.
– Para... por favor – casi se lo suplico con la mirada puesta en mis manos donde estoy jugando con ellos por el nerviosismo.
– Puedes contármelo, no pasa nada. – ahora me mira con ternura, no con pena.
– No puedo... – no es que no quiera es sencillamente que no puedo hacerlo – de verdad, que no puedo, es demasiado... - opto por no mirarlo porque me da miedo que su ternura ahora haya cambiado por pena.
Posa su dedo pulgar en mi mentón y me obliga a mirarlo. Sus ojos grandes y verdes como esmeraldas me observan con un brillo inexplicable, pero no veo pena por ningún lado.
– Vale, lo entiendo – termina por decir – pero ves a cambiarte que estás temblando.
Por una vez le hago caso y busco en mi armario una sudadera junto un pantalón y me meto en el baño con la manta por mis hombros. Dentro puedo relajarme un poco y me lavo la cara unas cuantas veces hasta que ya solo queda un color rojo por mis ojos, en señal de todas las lágrimas que han salido de ellos.
Salgo por fin del baño dejando a un lado la ropa mojada junto a la manta y me quedo mirando la cama, como si con tan solo tocarla me bastará para volver a tener una pesadilla. Al fin me meto porque me gana el frío y estoy cubierta con la sábana hasta los ojos cuando sale James del baño.
Deja sus ropa al lado de la mía y mete en su cama. Pensé que se había dormido cuando me giré y lo encontré tumbado mirando al techo.
– Sigo pensando que no te caíste por una escalera, y que tuvo que pasarte algo – me espeta girándose y llevándose mi atención – así que puedes hablar conmigo si lo necesitas. – Se vuelve en su cama dándome la espalda.
James es realmente listo, y por ello no puedo enfadarme o ponerme a la defensiva con él porque sé que tiene razón. No estoy bien desde hace dos años y aunque procuro olvidar y continuar mi vida como si no hubiera pasado nada, es muy difícil. Pero creo que no estoy preparada para contárselo, por lo menos, no ahora.
Cuando me ha despertado y lo primero que he visto es a él, he sentido la necesidad de abrazarlo, de saber que todo estaba bien, que era solo una pesadilla y de sentir que alguien se preocupaba por mi. Roy se preocupa, pero siempre termina mirándome con pena, cosa que me destroza el doble.
Pero dios, cuando me ha tocado después pasando sus manos por mi espalda haciendo pequeños trazos para calmarme, he sentido una corriente eléctrica que me ha erizado los bellos. No me gusta lo que he sentido, porque no quiero sentir este tipo de cosas por algún chico. Debería odiarlo por hacer preguntas estúpidas e intentar meterse en mi vida como si nada, pero esta noche no he podido odiarlo.
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Este capítulo es un poco más corto y por eso esta tarde tendréis el siguiente. <3
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Heridas
Romance¿Cuánto tiempo se supone que tardas en cerrar una herida?, ¿meses, años...?, esa pregunta ronda la cabeza de Michelle todas las noches. Todavia no hay respuesta claro. Ella tiene 18 años y este, va a ser su primer curso en la universidad. ¿Su plan...