Capítulo 2

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MICHELLE

Nos marchamos del que había sido mi barrio durante toda mi vida, pasamos por las calles más transitadas de Nueva York y mientras mis nervios iban aumentando cada vez un poco más. Había decidido coger mi móvil y buscar las fotos que tenia de mi galería sobre el campus, pase una tras otra mirando o casi estudiando más bien dicho, el que sería mi nuevo hogar. Al final cogimos la carretera directa a la universidad de Brooklyn.

Para entonces lo que quedo de trayecto nos lo pasamos hablando, riéndonos y cuando Roy insistió en poner el disco de los Artick Monkeys pasamos a cantar a todo pulmón todas y cada una de las canciones que sonaban. Le encantaban los Artick y cada vez que ponía su disco en el coche recordaba el día que cumplo los diez y ocho años cuando sus padres y yo le organizamos una fiesta sorpresa. Ellos le regalaron esta camioneta negra mientras que yo puse mi aportación musical para que los escuchara mientras conducía. Ese día como ya tenia el carnet fue la primera vez que fuimos a Coney Island los dos solos. Fue un día genial.

– ¿En qué piensas? – me pregunta Roy bajando el volumen de la radio.

– En que no me puedo creer que vaya ya a la universidad – confieso desviando la mirada de la ventana para posarla en él. Por su parte recibo una risa tonta.

– Bueno a ser verdad yo tampoco – contesta pasándose una mano por el pelo. – pero si quieres un consejo, asistir a la primera fiesta de alguna fraternidad te hará hacer amigos y soltarte un poco más. – vuelve su mirada a la carretera, y yo se por qué.

– Sabes que no iré a ninguna fiesta. – repongo fulminándolo con la mirada.

Vuelvo mi mirada a la ventana y me concentro en todos y cada uno de los arboles que vamos dejando atrás.

– ¿Pero porque no? – pregunta mientras adelanta a otro coche por la izquierda.

Se de sobra que ha vuelto a posar su mirada en mi, aunque yo este de cara a la ventana. – sabes perfectamente porque no. – espeto sin mirarlo.

– Han pasado ya dos años, tienes que volver a ser tu pajarillo. – vuelve a desviar la mirada de la carretera y esta vez coloca una de sus manos en mi muslo para llamar mi atención.

– Ya lo sé Roy, pero no es fácil – termino por decir. Alargo el brazo y subo el volumen dejando que I wanna be yours inunde el espacio del coche. Se ha terminado nuestra conversación sobre este tema y parece que Roy capta el mensaje.

Después de unos veinte minutos al fin llegamos al campus. Las puertas que dan la bienvenida al campus son enormes y arriba del todo pone BROOKLYN COOLLEGE en letras doradas y preciosas. En ese momento se me seca la boca y se me acelera el corazón. No me puedo creer que ya este aquí. Busco en mi mochila negra el plano del campus y le indico a Roy como puedo, para donde tenemos que dirigirnos.

Hay un montón de coches aparcados y abiertos de par en par donde se pueden ver a muchos alumnos que deduzco que son de primero como yo bajando las maletas y las cajas con sus cosas para los cuartos. También puedo ver diferentes grupos de estudiantes con sus mochilas colgadas al hombro y con libros en sus manos. Le indico a Roy que tome la calle a la derecha y en cuanto lo hace vemos una residencia con la letra C y comprobando mis papeles, esta es la mía. Aparca la camioneta entre un Audi gris y un Focus negro. Me dedica por ultima vez una mirada y una sonrisa de oreja a oreja y bajamos los dos.

– ¡Esto es precioso! – chilla de alegría mi madre mientras baja del coche. Parece que ella esta más entusiasmada que yo y eso me hace mucha gracia, porque solo refleja nerviosismo.

Rebusco por mi mochila y saco los papeles que necesito ahora y comienzo a andar hacia la residencia con Roy y mi madre detrás de mi. En cuanto entramos el aire de unos ventiladores golpean mi rostro y mueven mi pelo. La entrada a la residencia es algo pequeña, pero nada más llegar hay un pequeño mostrador donde algunos chicos y chicas hacen cola para el tema de las habitaciones así que nos quedamos allí. Desde la cola puedo ver que a mi derecha hay un ascensor y unas escaleras para subir a pie. A la izquierda tengo unos sillones y unas mesas, todo combinada con tonos blancos y grises. La verdad es que da sensación de hospital, pero parece acogedor. Puede que sea como un área común. Y por último al final del pasillo hay un cartel con unas escaleras en dirección abajo donde pone que esta el cuarto de las lavadoras. La cola avanza y nos toca.

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