Capítulo 14

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MICHELLE

Son diez quilómetros los que corro esta mañana como las demás, pero cuando vuelvo al cuarto estoy más cansada de lo normal. Por las noches no estoy durmiendo del todo bien y lo más seguro es que sea por eso que vuelvo muerta.

Entro en el cuarto con cuidado de no hacer ruido y en cuanto dejo las llaves en la mesa me tiro sobre la cama boca abajo con la cabeza girada en dirección a James. Él sigue durmiendo con las sábanas por la cintura y un brazo por debajo de la almohada. Lleva una camiseta negra que deja poco a la imaginación. Tiene el pelo revuelto y que le tapa la sien. En esa posición esta monísimo y parece hasta bueno. – monísimo, ¿en serio? – vale necesito una ducha urgentemente porque estoy empezando a delirar.

Me levanto y me dirijo al armario para coger ropa y voy directa al baño dejando a James sobando en la cama. Cuando me vuelvo para ir al baño lo veo con los labios entre abiertos y me rio mentalmente. Durmiendo pierde toda credibilidad de tener aspecto de chico malo.

Espero como siempre a que el agua comience a salir caliente, y mientras observo mi reflejo en el espejo. Tengo ojeras y la nariz roja, así que lo más seguro es que creo que me he constipado, por haber salido ayer lloviendo y con pantalones cortos – ¿es que a quien se le ocurre? – está claro que a mi.

Al fin salgo del baño vestida y con una toalla secándome el pelo, cuando veo que James ya no está, aunque su cama sigue desecha. Dudo que se haya ido ya porque su mochila sigue en los pies de la cama.

Cojo mi mochila y comienzo a buscar por todo el cuarto mis libros. Juro que soy una persona muy ordenada, aunque ahora no lo parezca. Comienzo a revolver la ropa encima de la silla del escritorio, busco mis apuntes debajo de unos libros de mi mesa y cuando creo que he encontrado algo...

– ¿Estás buscando esto? – me pregunta una voz grave.

Doy un salto y me giro, encontrándome a James tras mi espalda y con mi libro de comunicación en la mano.

– Joder James, que susto – replico. No entiendo porque siempre soy yo la que se lleva los sustos.

Se toma su tiempo para mirarme de arriba abajo. Realmente no hay mucho que mirar, llevo mis converses blancas, un pantalón vaquero azul, y una sudadera blanca que me llega casi hasta las rodillas. Siento como se me ponen los bellos de punta cuando se detiene en mis labios hasta que llega a mis ojos.

– Nunca que pensé que fueras de esas personas que dicen palabrotas – me contesta dando el libro y girándose para sentarse en la cama.

– Ya bueno, podría sorprenderte. – contesto indiferente metiendo el libro en mi mochila y cerrándola.

– ¿A dónde has ido está mañana? – me pregunta tumbándose del todo en la cama y dejando los brazos detrás de su cabeza.

– He salido a correr, como todas las demás – le informo cogiendo la mochila y colgándomela de un hombro.

– ¿Y crees que podría acompañarte algún día? – pregunta reincorporándose y cortándome el paso hacia la puerta. En su rostro tiene una sonrisa de pillo. Ayer tal vez pudiera tolerarlo por lo que ocurrió, hoy vuelvo a detestarlo.

– Puede – termino cogiendo las llaves y rodeándolo para salir del cuarto. No me gusta el sentimiento que tengo cuando se acerca demasiado. Por suerte el tiene clases por la mañana y entrenamiento por la tarde. Yo clases por la mañana y por la tarde, así que estaremos unas horas sin vernos.

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Son las nueve de la noche cuando salgo de la biblioteca, que está a punto de cerrar. Lleva media hora rugiéndome el estomago de hambre y no creo que aguante más, así que se me pasa por la cabeza ir a Hard Rock y coger algo para cenar. – ¿Debería cogerle una hamburguesa a James?, ni si quiera sé si vendrá tarde. Vale que duerma en el cuarto, pero tiene amigo y eso no le impide largarse a la fraternidad.

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