Capítulo 34

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MICHELLE

Son las diez de la mañana cuando me revuelvo en la cama y busco mi móvil. O es demasiado pronto o han tenido algo de compasión y me han dejado dormir. Ayer nos acostamos a las tres de la mañana, pero fue muy cómica la situación. A pesar de que yo ya había visto más de una vez La ladrona de libros las chicas y West terminamos llorando, James estaba en plan insensible. Nate daba pequeñas cabezadas y cuando acabo que me soné los mocos se despertó y comenzó a aplaudir de una. Thomas, bueno él a la media hora de película ya roncaba. Para calmar nuestros llantos decidimos poner La sirenita y por fin Nate se espabilo, Thomas seguida durmiendo a pierna suelta y después de todo lloraron los muy duros con película. Incluso vi de refilón como caían dos lágrimas por el rostro de James, pero supo disimularlo para el resto. No para mi.

Baje las escaleras frotándome los ojos. Bostece cuando llegue a la cocina y allí me encontré con West y Nate quienes estaban desayunando.

– Buenos días – los salude yéndome directa a coger una taza para servirme café, olía desde el salón y eso me alegraba las mañana.

El problema es que están tan altas que tengo que ponerme de puntillas y ni de esa forma llego a alcanzarlas.

– Toma – me tiende una West – ¿Qué tal has dormido? – pregunta acercándome la jarra de café.

– Bastante bien – declaro sirviéndome el café – ¿Los demás siguen durmiendo? – pregunto sentándome con ellos en un taburete.

–Thomas creo que si, ya sabes como es – hizo una pausa – borracho y dormilón. James creo que ha salido a correr y las chicas están fuera en la terraza. – avisa Nate.

– Muy bien iré a ver que hacen las chicas – sentencio levantándome y saliendo por la cocina.

No sin antes. Nate me silba y se fina en el pijama nuevo. Tenia ganas de estrenarlo ya.

– No te queda mal, rojita. – masculla mientras toma un sorbo de café.

– ¿Rojita? – me sorprendo ante su apodo.

– Ya sabes, te sonrojas por todo – se limita a decir – creo que ya he encontrado apodo con el que bautizarte.

Le hago una peineta mientras le sonrío y me dirijo a la terraza en busca de apoyo femenino.

– Por fin se ha dignado a despertarse – anuncia Melody cuando me ve entrar.

– Estaba demasiado cansada – me defendí. – ¿Qué estáis maquinando para hoy?

Ellas se miraron durante unos largos segundos como si estuvieran cavilando la opción de contármelo hasta que supe que lo harían, porque se están riendo.

– Nos has pillado – se delato Emily – hemos pensado en llevarte a ver una cascada cerca del lago. Es preciosa y creemos que mereces verla.

– Eso esta guay – respondo tomando un sorbo de café.

Después de que Thomas se despertará y James regresará de su paseo matutino ultimamos algunos detalles juntos en la terraza mientras terminábamos de desayunar y ya subimos cada uno a vestirnos.

Hoy, había salido un poco nublado y hacia aire que venia fresquito, así que tras quedarme mirando la bolsa por dos minutos consecutivos decidí escoger unas mayas azules oscuros, una sudadera azul y zapatillas deportivas. En el pelo simplemente me hice una coleta alta para evitar que me molestara en la cara. Y estaba lista, el móvil pensaba no cogerlo, pero apunto de salir la vi. La cámara estaba sobre la pequeña cómoda del cuarto y pensé que si íbamos a una cascada era el lugar perfecto para sacar las primeras fotos. Sin dudarlo la cogí.

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