Capítulo 56

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JAMES

Acostarme con ella fue la mejor experiencia del mundo. Me sentía como si estuviera en el cielo. Llevaba queriendo hacerlo desde el primer día en que la tiré al suelo y pude ver lo preciosa que era con sus mayas ajustadas, su sudadera ancha y su coleta alta con algunos mechones fuera del sitio. El haberla tenido bajo mi cuerpo acariciando y deseando cada centímetro del suyo, me había vuelto loco. Fue un momento de placer y excitación para los dos que fue perfecto. Ella era, y es mi perfecta distracción.

Con todo lo ocurrido ayer, después de que los dos confesáramos la razón por la que estábamos rotos, las cosas habían cambiado y ya no sabia en que punto estábamos. Pero solo de pensar en la versión pequeña de Michelle sonriendo a su padre, dándole todo su amor, queriéndolo como se debe querer a un padre y que después lo tirase todo por la borda simplemente por no saber manejar la mierda del trabajo en su casa. Repito, solo de pensarlo me hervía la sangre.

Puedo ver a Michelle de pequeña, teniendo toda la ilusión de contarles a sus padres que tal su día en las clases de baile y que poco a poco tuviera que callárselo y acabar haciéndolo a escondidas para que su padre no se enterara. Me destrozaba.

Pero sobretodo no puedo quitarme de la cabeza imágenes suyas corriendo por la escalera hacia su cuarto metiéndose debajo de las sabanas de su cama y con la música a todo volumen, para evitar escuchar las peleas de sus padres. Ahora entendía porque la música era importante para ella. Era su forma de evadirse del mundo que la rodeaba.

Tienes toda la razón, pero sabes lo que pasa que yo dejé de disfrutar con la música hace mucho, ahora entiendo más las canciones. Eso era lo que me había dicho el primer día que mantuvimos una conversación sin que yo la tirara al suelo. Toda su situación hacia que odiara a su padre y en parte a su madre por no solucionarlo antes.

Por mi parte ya estaba todo dicho. Me destrozo la muerte de mi hermana porque la quería con locura, pero con el tiempo sane la herida recordándola cada mañana y siendo el mejor de mi equipo y jugar los partidos que ella no pudo. El baloncesto hacia que de alguna forma pudiera comunicarme con ella mientras que la cicatriz que yacía en mi cuerpo me hacia recordar lo sucedido. Todo eso lo conseguí superar, lo que me había roto de nuevo es que después de mudarme a la universidad y pasar casi dos años sin hablar con mi madre, siguiera culpándome de aquello, cuando solo fue un puto accidente. Pero lo que terminó por joderme y hundirme más fue el echo de saber que mi padre había formado una nueva familia y ya ni siquiera se acordara de la nuestra.

Después de todo, pude ver en ella un atisbo de preocupación en sus ojos, que me llevaba a pensar que no me lo había contado todo. Pero estaba dispuesto a averiguarlo.

Ahora mismo estamos los dos tumbados en la cama y la tengo bajo mis brazos envolviéndola como si fuera una pared, que trata de frenar los golpes dirigidos hacia ella.

Mi mente volvió a viajar a lo que estuvimos haciendo ayer y no pude reprimir una sonrisa que salía de mi rostro como si estuviera embobado por lo que tengo delante... en realidad si lo estaba.

Por la ventana de la habitación se colaban unos pequeños rayos de luz que dejaban ver a la chica que yacía entre mis brazos. Tan inocente, tan jodidamente perfecta, que solo con mirarla tu respiración se aceleraba y tus pulsaciones subían como la marea. Nuestras piernas seguían enlazadas y su rostro estaba cubierto por unos mechones castaños que dejaban ver sus largas y perfectas pestañas.

Estiro mi brazo un segundo para coger mi móvil y cuando lo tengo miro la hora. Son las nueve de la mañana y tengo llamadas perdidas de todos los chicos y de las chicas. Decido escribir un mensaje de texto a Nate para que les asegurara a todos de que estamos bien y de que no se preocupen. Bueno, en realidad todo lo bien que deberíamos estar.

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