MICHELLE
Desde la primera hora de vuelta al campus lo tengo todo borroso por no decir que no me acuerdo de absolutamente nada. Ahora mismo la cabeza me da vueltas y siento como si el cuerpo me pesara, aunque esto último es más literal. Tengo a James encima de mi aprisionándome contra la cama, con su cara apoyada en mi espalda. Un escalofrió me recorre todo el cuerpo, y aunque estoy tapada con las sabanas y con el propio calor que emana de su cuerpo, estoy helada. Odio encontrarme así de débil cuando estoy mala, en lo general odio el estar mala.
Hay algo que me ronda por la cabeza y me crea curiosidad, y es que siempre que terminamos durmiendo juntos, nos colocamos el uno al lado del otro, él con sus brazos rodeándome y yo dejando caer mi cabeza en su pecho. Para luego terminar enterrada por su cuerpo. Creo que nunca entenderé que tanto nos movemos por la noche.
Intento moverme un poco buscando el espacio necesario para salir de debajo de su cuerpo, y tras unos minutos intentándolo termina por darse la vuelta dejándome vía libre para levantarme. En cuanto mis pies tocan el suelo y me levanto, con una mano me tapo la nariz y estornudo. De verdad que no os hacéis una idea de lo que odio estar mala.
Un momento después puedo observar que llevo un chándal negro que me queda grande y arriba llevo puesta mi sudadera. Recorro la habitación de arriba abajo y de un lado a otro buscando mi móvil.
– Mmh – gruñe James con una voz ronca mientras mueve su brazo por toda la cama buscándome.
Lo ignoro y me dirijo a la ventana para recorrer la pequeña cortina. Los rayos del sol se cuelan por la habitación iluminándola toda y es entonces cuando mi pulso comienza a acelerarse al pensar lo tarde que puede ser. Localizo mi móvil tendido en la cama de Nate y sin pensármelo dos veces me lanzo sobre el desesperada por saber la hora. –Por favor dime que son solo las ocho y que puedo llegar a mi primera clase, por favor.
Mi pulso estalla al ver como la pantalla se ilumina y me dan las once y cuarto de la mañana. – ¡mierda, mierda, mierda! Me acabo de saltar dos clases. – Ruedo por la cama y cuando vuelvo a estar de pie, comienzo a hacerme una coleta lo más rápido posible mientras busco mis zapatillas.
– James, dime por favor que no apagaste tú mis alarmas y es solo que mi móvil esta fallando – le espeto dando la ultima vuelta a mi coletero, pasando mi pelo por el y apretándome la coleta.
– Si – me contesta, dándose la vuelta y volviéndose a dormir.
Dios, yo lo mato.
– Si, ¿que? – le preguntó histérica continuando con la búsqueda de mis zapatillas. Donde mierdas están.
– Las apague yo – termina por confesar, de lo más tranquilo mientras se levanta y se queda sentado en la cama con los pies en el suelo mientras se frota los ojos. Definitivamente esta muerto.
– Y se puede saber, porque mierdas hiciste eso – lo encaro quedándome enfrente de él con las manos a cada lado de mi cintura.
Juro que ahora mismo solo tengo ganas de cogerlo del cuello y ahogarlo, pero antes comérmelo a besos por lo guapo que esta por las mañanas. Las clases son importantes para mi, además que ya me salte dos días enteros cuando fuimos a la cabaña. Al fin diviso mis zapatillas debajo de un pantalón tirado en el suelo. Lo dejo solo donde esta y prácticamente me lanzo a ellas como si hubiera visto un café.
– Tal vez sea, porque estas enferma y con fiebre. – me contesta tomándome por la muñeca para frenarme en mi objetivo de ponerme las zapatillas y salir corriendo.
No mentiré, la cabeza me da vueltas y lo más seguro es que tenga fiebre. Si a eso le añadimos que cada cinco minutos estornudo y que lo más seguro es que tenga una pinta horrible, lo mejor es que hoy falte. No me hace gracia saltarme clases por eso me tomare otro ibuprofeno y me iré.
ESTÁS LEYENDO
Heridas
Romance¿Cuánto tiempo se supone que tardas en cerrar una herida?, ¿meses, años...?, esa pregunta ronda la cabeza de Michelle todas las noches. Todavia no hay respuesta claro. Ella tiene 18 años y este, va a ser su primer curso en la universidad. ¿Su plan...