MICHELLE
Llevaba una hora ya, sentada en esta silla incómoda concentrada en el examen sobre mi mesa mientras que en todo el ambiente solo se notaba tensión. Ni una mosca sonaba, tan solo el desliz de los bolis sobre los exámenes y las respiraciones de todos. Algunos golpeaban con el final del boli la mesa dando pequeños toquecitos buscando la concentración necesaria que a mi me estaban quitando.
Desde mi vuelta de esos cinco días en la cabaña con las chicas y los chicos, me he pasado la semana entera en la biblioteca a base de cafés y mucha música, para poder sacar los tres exámenes de esta semana siguiente. No he visto a Emily prácticamente ni cinco veces esta semana y es decir mucho cuando es ella mi compañera de piso. En cuanto a los chicos coincidí solo con Thomas en la biblioteca, él salía y yo en entraba, por lo demás no he visto a ninguno de los chicos y las chicas menos.
Para mi suerte por fin es viernes y el examen de Historia de la Comunicación es el último que tengo. Ya solo me queda media hora de reloj cuando desvió un momento la mirada hacia el y me entran los sudores. De doce preguntas a desarrollar tan solo me quedan dos, pero se me están resistiendo demasiado. Cierro los ojos y mientras repiqueteo con mis uñas en la mesa reviso mentalmente mis apuntes buscando alguna palabra clave que me recuerde el texto que tengo que desarrollar.
De un momento a otro me siento como si fuera la única de la clase, como si los demás se hubieran esfumado o yo me hubiera colocado dentro de una burbuja de aislamiento. Dejé de escuchar cualquier ruidito que pudiera distraerme, hasta que las respuestas comenzaron a agolparse en mi cabeza tal cual me las había estudiado, con putos, comas y de todo.
La media hora paso rápida y cuando al fin termine de poner el último punto tuve varios minutos antes de que recogieran el examen para revisar que todo estuviera correcto. Quería llorar de felicidad después de que esa semana de estudio diera sus frutos. Después de todo tengo una beca de calificaciones altas por mantener y si la pierdo creo que estaría en un buen lio para poder pagar la residencia.
Doy un ligero repaso a las últimas preguntas y junto las diferentes hojas que he utilizado mientras recojo mis cosas y las guardo en la mochila. Me levanto directa a la salida, pero antes dejo mi examen junto los demás sobre la mesa del profesor Walker.
Al fin salgo con la mochila colgada de mala forma sobre mi hombro derecho y voy directa a la residencia para poder comer algo de una vez. Por la mañana no he salido a correr por lo que no ha habido café de la mañana, si lo sé es raro, pero estaba demasiado nerviosa. Y bueno ahora tengo bastante hambre.
Subiendo las escaleras de mi residencia fui sacando las llaves del bolsillo pequeño de la mochila sacando por el medio pañuelos, auriculares, papeles de rosquilletas... dios creo que tengo que limpiar todo esto. En cuanto entro la llave ni siquiera me da tiempo a girarla.
– ¿Y bien? – me pregunta Emily inquieta levantando las manos esperando una respuesta.
Por un momento contengo una pequeña sonrisa y decido poner una cara de póker hasta que decido no alargar más su agonía y lo suelto.
– Lo he bordado – contesto estallando en carcajadas y saltando dentro de la habitación hasta caer dentro de mi cama. – He contestado todas las preguntas, quiero decir he utilizado cuatro hojas por delante y por detrás.
Em se deja caer sobre mi abrazándome la espalda con demasiada emoción hasta que comienzo a no respirar bien.
– Después de casi no verte durante una semana, en la que pensé que sacarías tu colchón de aquí y lo llevarías a la biblioteca – hace una pausa – lo menos era que te salieran de maravilla.
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Heridas
Roman d'amour¿Cuánto tiempo se supone que tardas en cerrar una herida?, ¿meses, años...?, esa pregunta ronda la cabeza de Michelle todas las noches. Todavia no hay respuesta claro. Ella tiene 18 años y este, va a ser su primer curso en la universidad. ¿Su plan...